El Teatro con el atrio y la pérgola añadidos en el siglo XXI |
“Quedó
espectacular”, aunque agregó algo importante: “Le falta una tercera fase”.
El
teatro de Cristóbal Colón, el teatro por excelencia de Bogotá, testigo de más
de un siglo de vida cultural capitalina, está creciendo para convertirse en un
complejo cultural y en una especie de manzana de las artes, integrada a la vez
al distrito de la cultura del corazón de la ciudad.
En
lo que fuera antes el Coliseo de Ramírez o de don Bruno Maldonado, en 1892 se
inauguró el Colón paras celebrar cuatro siglos del descubrimiento de América.
El
recinto le había dado nombre a la Calle del Coliseo, la empinada calle 10, una
de las más importantes de la ciudad de entonces, frente al Palacio de San Carlos
y al lugar por el que se dice que saltó Bolívar de una ventana en aquella “nefanda
nocte septembrina” de 1828.
Placa conmemorativa instalada en el frente del Colón |
El
Colón actual, que tiene capacidad para 900 espectadores y 2.400 metros
cuadrados de área, fue obra del arquitecto italiano Pietro Cantini.
Un
aspecto interesante de esa obra colosal para entonces es que además de Cantini,
se trajo al país un contingente de artistas o artesanos italianos (o de otras
nacionalidades europeas) en el que también se encontraban Luigi Ramelli, maestro
de la ornamentación en yeso; el escultor Cesare Sighinolfi, y Aníbale Gatti,
autor del telón de boca. El grupo de constructores echó raíces en Bogotá y formó
familias colombianas.
Desde
el 2008 el Colón entró en la reforma más ambiciosa que haya sufrido en 120 años,
incluso más que la de 1975, cuando fue declarado monumento nacional por decreto.
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Actualmente
se anuncia la tercera fase en unas vallas instaladas en el sitio bogotano en el
que hubo tiendas de artículos religiosos, marqueterías y cafeterías,
particularmente en la esquina suroriental de la carrera 6ª con calle 11.
Es
decir, parte trasera del Colón e intersección en la que hoy confluyen
felizmente no solo el área posterior de la Catedral Primada, sino además el
acertado ámbito de circulación creado por el Centro Cultural Gabriel García
Márquez, construido por el Fondo de Cultura Económica, de México.
Esa
tercera fase incluirá una sala alterna de 450 butacas, otra experimental de
200, área de espera y una cafetería de 2.750 metros cuadrados.
Vista por la carrera 6a hacia el suroriente |
Alberto
Escovar, Director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, dijo hace poco en entrevista
publicada por Semana que hasta comienzos de año se habían invertido aproximadamente
55 mil millones de pesos en las tres etapas.
La
primera etapa comprendió la restauración del teatro, reforzamiento estructural,
arreglo de la platea y los palcos, ornamentación en yeso, pintura mural y muebles,
incluyendo las terriblemente incomodas butacas. Demandó una inversión total de más
de 13 mil millones de pesos y terminó en 2011.
En
una segunda etapa, desde el 2011 hasta comienzos del 2015, se modificó la caja
escénica, se restauró el telón de boca y se renovaron los equipos de iluminación
y sonido, con una inversión de más de 31
mil millones de pesos.
En
la tercera etapa, ya en marcha, se anunció en el 2012 la ampliación del recinto
cultural para complementarlo con salas alternas de enseñanza y producción
teatral, con un costo de más de 10 mil millones de pesos, aportados por Mincultura.
Con esto se busca crear una verdadera escuela de técnicos y actores.
Sala alterna para 250 personas |
Nueva sala con 600 sillas |
Así
mismo, habrá salas de ensayo para danza, música y teatro, estacionamiento
subterráneo, restaurante y tienda de museo.
En
este proceso de restauración, algunos críticos han hecho reparos a lo invertido en la platea y a la entrada, en la
que se hizo un atrio con rampa para discapacitados. Esto se sumó a la pérgola
colocada hace cuatro años en la entrada principal.
Critican
también que después de tanto tiempo y de recursos tan cuantioso, el Colón aún
no opere sino esporádicamente.
El
hecho es que el Colón sigue en obra.
Y algo parecido sucede con la iglesia de San Ignacio, a muy pocos metros de distancia. Este templo de la Compañía de Jesús, diseñado por el italiano Juan Bautista Coluccini –acaso el más valioso de los de antiguos la ciudad por su colección pictórica–, se encuentra en obra desde 2003.
Su
cierre priva de los servicios no solo a los feligreses y a los devotos del ‘agua
de San Ignacio’, sino también a los visitantes y vecinos del lugar interesados en
las riquezas que atesora. Me dicen funcionarios del Ministerio de Cultura que
esta restauración está adelantada pero está en suspenso por falta de fondos.
Pero
este será tema para otra ocasión.
(1) Semana. “El Teatro
Colón no ha incurrido en sobrecostos”.
http://www.semana.com/cultura/articulo/el-teatro-colon-no-ha-incurrido-en-sobrecostos/424793-3.
Consultado el 5/8/2015
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