viernes, 5 de julio de 2013

Casas expresidenciales

Las casas de las personalidades, incluyendo a los hombres de estado,  siempre han despertado el interés de sus conciudadanos y a través de la historia muchas de ellas se han conservado o en el peor de los casos una placa recuerda que allí nació, vivió o murió alguien digno de ser recordado.

En Colombia no son muchas las casas de grandes hombres –o mujeres– que se conserven, lo cual se explica en parte por factores económicos y en otros casos porque no se conservaron sus moradas.

Con todo, hay elementos para reunir una historia mínima de lo que fueron las casas de los presidentes de la Colombia moderna, historia que aporta algunos elementos para enriquecer el conocimiento -la petite histoire, si se nos permite- de varios de nuestros gobernantes, esa que gusta a muchos comentaristas que refieren como gran descubrimiento a sus amigos datos sobre éste o aquel expresidente.

No es del caso remontarnos tan atrás como al caso del Libertador, de quien se conserva la Quinta de Bolívar que le obsequiaran en Bogotá, en las faldas de Monserrate, o de Santander, cuya casa natal se conserva en Villa del Rosario.

También es preciso diferencias entre las casas natales y las que acogieron a los hombres públicos en sus tiempos de grandeza o preferiblemente ya retirados.

Comenzaremos por Miguel Abadía Méndez, con quien terminó la Hegemonía Conservadora en 1930. La casa del doctor Abadía se mantiene en buen estado. Está ubicada en la esquina suroriental de la carrera 9a con 8a, de Bogotá, a pocas manzanas del actual palacio presidencial.




Casa de Miguel Abadía Méndez. Fue sede del Instituo
Colombiano de Antropología. Mincultura la está restaurando

La edificación de dos plantas, la primera de ellas con locales de comercio, tiene una placa que dice “S. Serna y A. Olea. 1930”. Es la calle siguiente a la de San Pioquinto y tiene en sus puertas los números 158, 160 y 164.

Esta casa se encuentra en proceso de restauración por parte del Ministerio de Cultura. Nos dice con amabilidad uno de los vigilantes que, en sus buenos tiempos, la casa fue como un palacio presidencial alterno, debido a que era considerado superior al antiguo palacio de la carrera, hoy Casa de Nariño.

El presidente siguiente, primero de la República Liberal, fue Enrique Olaya Herrera. Aunque tenemos entendido que Olaya vivió en el centro de la ciudad, la casa que mencionaremos es la de la calle 77 con carrera 12. La recordamos aproximadamente hasta 1975, cuando fue demolida para construir un edificio de apartamentos en ese lugar frente al parque Benito Juárez.
Olaya Herrera encargó el diseño de su casa a Vincenzo Nasi

Se trataba de una curiosa construcción del arquitecto italiano Vincenzo Nasi, que por cierto también fue el autor de la casa de Tierra Grata, propiedad campestre del mismo Olaya, en Fusagasugá. La casa del barrio El Nogal tenía una fachada semicircular, como se aprecia en la imagen tomada del libro de la obra de Nasi publicado por Editorial Escala, y recordaba un barco.

El sucesor en la presidencia, Alfonso López Pumarejo, vivió en un tiempo en una casa en la calle 16 con carrera 9ª,. alquilada a la familia Casabianca, y en otra época en la calle de Florián o carrera 8ª con 12, según refiere su hijo Alfonso López Michelsen en sus memorias.

En sus últimos años, el viejo López residió en dos casas: la primera de ellas de la calle 24 con carrera 5ª, donde funcionó el restaurante El Gran Vatel, incendiada en 1952 en tiempos de Laureano Gómez, el mismo día que quemaron la casa de Carlos Lleras Restrepo –que mencionaremos adelante– y los edificios de El Tiempo y El Espectador.

La casa de López Pumarejo, incendiada en 1952, luego fue sede del restaurante El Gran Vatel y hace dos décadas la demolieron. El terreno fue parqueadero y ahora es parte de los cines Embajador.

 
 
En esta casa empezó a construir un edificio de apartamentos en este 2013. Cuando enviudó y se casó con Olga Dávila, López Pumarejo pasó a vivir a la cada que fuera de don Leo Kopp, el primer esposo de la dama. Esta casa de la calle 17, un verdadero palacete para la Bogotá de entonces, hoy sede de la Logia Masónica de Colombia, fue diseñada por Alberto Manrique Martín.  
Casa de Leo Kopp en la que vivió en sus
últimos años Alfonso López Pumarejo

Eduardo Santos, que sucedió a López Pumarejo, vivió hasta su muerte en la esquina de la calle 67 con carrera 13. En nuestra infancia recordamos la casa tapada de árboles frondosos que le daban  un aspecto misterioso. Se dice que allí terminaba la ruta del tranvía que iba del centro a Chapinero.  La mansión la tumbaron hacia 1975 para edificar el teatro Royal Plaza y la sede de la empresa Nestlé. Allí funciona ahora una sala de fiestas.

En este recuento seguimos con Alberto Lleras Camargo, que gobernó de 1945 a 1946, por la renuncia de López, y volvió a la jefatura del estado, ya elegido, de 1958 a 1962. Investigando un poco encontramos que al menos a su regreso de Washington, donde fue el primer Secretario General de la OEA, Lleras Camargo vivió en una linda casa de la calle 76 con 9ª, lado norte del Gimnasio Moderno, que está en excelentes condiciones aún. Aunque parece ser que la habitó en alquiler.

Alberto Lleras residió en esta casa vecina al Gimnasio Moderno

Años más tarde vivió en Chía, en la quinta Siatá y por último, en la década de 1980, en un apartamento del edificio El Sendero de la 87, obra del arquitecto Pablo Lanzetta.

Mariano Ospina Pérez, presidente entre 1946 y 1950, además era ingeniero y uno de los socios fundadores de Opinas y Compañía, que construyó gran parte de la Bogotá de los 50 y 60, incluyendo barrios como La Merced, Palermo, El Chicó. La casa de Ospina está situada en el Park Way del barrio La Soledad.

Casa de Ospina Pérez hasta su fallecimiento en 1976


Sigue en la lista Laureano Gómez. Su casa también fue diseñada por Nasi, pero hay quienes sostienen que por encargo de su cuñado Daniel Mazuera Villegas. Esta vivienda de la calle 37 con 15, en el sector de La Magdalena, y de fachada algo pesada, a nuestro juicio, se mantiene en buenas condiciones. Sirvió durante años de sede del restaurante La Reserve, de Claude Lemaire, y ahora lo es de Colfuturo.   
Laureano Gómez fue otro cliente de Nasi

Algo simpático o cruel, según se mire, es que quien depuso del poder a Laureano Gómez –o a su presidente encargado, Roberto Urdaneta Arbeláez–, vivía pasando la calle.

El general Gustavo Rojas Pinilla y Laureano eran vecinos. Y la casa del militar de origen boyacense está allí y es residencia de su hija María Eugenia. De esta residencia, que utiliza como rejas unas terribles cortinas metálicas, acaso como medida de seguridad ante el riesgo de disturbios en épocas pasadas, se dice que es obra de Bruno Violi y perteneció originalmente a la familia Esquenzai, de origen sefardí.
Casa de Rojas Pinilla en la carrera 15 con 37

De Guillermo León Valencia se dice que además de la majestuosa Casa Valencia de Popayán, que fuera de su padre, el maestro, tuvo en Bogotá una casa en el barrio Santa Ana, construida por los años 50 del siglo pasado, y que se encuentra en buenas condiciones.

Capítulo especial en este esbozo lo constituye la casa de Carlos Lleras Restrepo. Por la categoría del personaje, de la casa, por todo lo que encierra de historia y por la destinación que hoy se ha dado al chalet de la autoría del arquitecto Otto Marmorek.

Carlos Lleras, que fue un destacado abogado de empresas antes de aspirar a la presidencia en 1966,  encargó su construcción luego de haber adquirido el terreno en la calle 70 A con carrera séptima, con el fruto de su trabajo de asesor jurídico. Su hijo Carlos afirma que el estadista no pudo comprar un sitio más costoso como le sugerían sus amigos.

La casa tenía como atractivo principal la mansarda que cubría el mismo tamaño de la planta y la formidable biblioteca del jurista y hacendista público. Pero toda esta riqueza fue consumida en el incendio criminal del 6 de septiembre de 1952, cuando la familia Lleras de la Fuente debió pedir protección diplomática y salir rumbo a México y Estados Unidos.
La casa que Otto Marmorek hizo para Carlos Lleras Restrepo

No vienen al caso los episodios vergonzosos de la política colombiana de entonces. El hecho es que Lleras Restrepo y su familia perdieron su hogar y sus pertenencias, sobre todo la rica biblioteca de este colombiano singular. Pero la casa fue reconstruida y volvió a tener el brillo de siempre, con los estantes de madera clara de la biblioteca construida por el artesano Sokoloff.

Esa mansión que evoca capitales del este europeo conserva hasta hoy en manos de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

En ese período y en los años 40 ocupó la presidencia Darío Echandía, quien vivió durante varias décadas en la calle 39 con 15, en una casa que se conserva y que fue construida por la firma Child, Dávila y Luzardo. El inmueble estuvo a la venta en 2012, luego de servir de restaurante popular y tienda de fotocopias. Lamentablemente, los anaqueles de la biblioteca se relegaron a estos oficios mercantiles luego de la muerte del político tolimense.

Casa Echandía, obra de Child, Dávila y Luzardo
Recordamos la casa de Misael Pastrana Borrero en la calle 92 con 4ª, en el Chicó Oriental y donde aún vive su viuda.

De Alfonso López Michelsen, de quien podría esperarse tener una casa gran casa europea, dada su personalidad y su vida en Londres y Bruselas, se recuerda el penthouse del edificio Antares, ubicado a un lado de la plaza de toros. De allí salió López a posesionarse en 1974 como presidente. Pero sus años de expresidente los pasó en otro penthouse, el de la carrera 8ª con 88, cerca de la quebrada El Virrey.
El penthouse de López Michelsen. Allí murió en 2007 


Irónicamente López pasó sus últimos años en La Cabrera, el barrio de esa aberrante oligarquía que describe -fustiga, más bien- en las páginas de su novela Los Elegidos.

Termina el recuento con Julio César Turbay Ayala, quien tuvo desde la década de 1960 una amplia casa de dos pisos en la calle 90 con carrera 19, barrio El Chicó, donde hoy existen los edificios de vidrio conocidos  como Blue Tower; Belisario Betancur, que tuvo una casa de tres pisos aún en pie en la Circunvalar con 88; y Virgilio Barco, cuya casa en la calle 85 con 9ª fue demolida para dar paso a un edificio de apartamentos, como ocurrió con casi todo el vecindario, en el que vivían personalidades como el maestro Ignacio Gómez Jaramillo.
Último lugar de residencia de Virgilio
Barco. En La Cabrera (calle 86 con 8a.)

No nos extendemos en los presidentes subsiguientes, todos ellos residentes en edificios  recientes del barrio Rosales, en apartamentos sin prosapia alguna.