martes, 1 de agosto de 2017

Gracias a Dios Bogotá no tocará el cielo (por ahora)

 
Los carteles amarillos de curadurías urbanas anunciaban casi escondidos la licencia para construir edificios de 17, 25 y hasta 30 pisos en terrenos de barrios residenciales de Bogotá en los que aún están en pie casas de familia.
 

Se trataba de licencias para construir al amparo del Decreto 562 del 12 de diciembre de 2014 “por el cual se reglamentan las condiciones urbanísticas para el tratamiento de renovación urbana, se incorporan áreas a dicho tratamiento, se adoptan las fichas normativas de los sectores con este tratamiento y se dictan otras disposiciones”.
 

La norma fue una herencia de la alcaldía de Gustavo Petro. Sin embargo la administración del alcalde actual, Enrique Peñalosa, derogó esa y otra norma, y reasignó “los  tratamientos urbanísticos de los diferentes sectores normativos y las fichas de edificabilidad identificados en los actos administrativos reglamentarios de las Unidades de Planeamiento Zonal (UPZ) vigentes”, que son más de sesenta.
 

Se prohibió así construir edificaciones de gran altura  en zonas carentes de la infraestructura adecuada.

 
Este edificio del Chicó (Cra. 10A con 94) ya fue
demolido. En su lugar se construye una alta torre
 
“Este decreto permitía que se hicieran edificios de este tipo en zonas de la ciudad donde no había ni los tubos suficientes, ni las vías suficientes, ni los espacios verdes suficientes. En una calle de barrio cualquiera permitía que se construyeran edificios de hasta 20 pisos, lo que termina deteriorando la calidad de vida de la gente”, explicó Peñalosa al anunciar la nueva medida el 22 de febrero de 2016.
 

Hay quienes dicen que era una promesa de campaña. Lo cierto es que el terror que produjeron los anuncios quedó superado. Son varios los casos de torres altísimas que se iban a construir en zonas residenciales de la capital del país, cuyos vecinos se unieron para defender su entorno de la debacle, como veremos a continuación.

En otros casos las licencias de construcción ya estaban aprobadas y los elefantes de cemento y acero están en proceso.

El Decreto 079 de 2016 deroga las dos normas previas e impide las elevadas construcciones que los urbanizadores ávidos de ganancias planeaban en zonas como Santa Ana, Santa Bárbara Alta, Chicó, Antiguo Country, La Alhambra, Los Molinos, Unicentro y Cedritos, entre otros.

El principal reparo de los demandantes era la pérdida de la calidad de vida en sus sectores, así como la desvalorización de su patrimonio, además del temor de que colapsaran las redes de acueducto y vías.

 
Las protestas de los vecinos frenaron varios
proyectos, como en Santa Ana (izq) y Chicó (der).
 
La norma derogada buscaba densificar la ciudad y estimular la construcción en altura en un radio comprendido entre la calle 127 y la avenida Primero de Mayo y desde la avenida Circunvalar hasta la Boyacá.
 

“Creemos que las alturas pueden ser útiles en muchos sitios de la ciudad pero no de manera indiscriminada en todas partes. Vamos a propiciar construcciones en altura en algunos sitios determinados de la ciudad”, manifestó Peñalosa.

 
Hablamos sin fundamentalismos, pues hay que reconocer que en casos como los del centro de Bogotá, los edificios en altura que se están construyendo están renovando y reanimando la ciudad.

Pero son varios los casos de torres que ya no serán, lo cual es un alivio.

En la avenida 9ª con 108 se anunciaba un edificio de 25 pisos, juntando. En las cercanías de este sitio se encuentran el edificio de la petrolera Pacífic, frente a la margen contraria de la vía férrea, de alrededor de 20 plantas. Y dos cuadras al norte están los edificios Ar, Torres Unidas, Cusezar y W, que superan en unos casos las veinte plantas.

 
 
Cerca de allí, en la 7ª con 109, está la frondosa vía de entrada de Santa Ana, una de las zonas residenciales más ricas en arborización, que creció en los predios de la antigua hacienda de don Tomás Rueda Vargas. En esa esquina se pensaban construir más de veinte pisos. Por fortuna los avisos de la Curaduría desaparecieron y en cambio hay aún otros letreros que advierten que no compren, pues los proyectos están demandados.
 
 
 
 
Hablan por si solos los letreros instalados por los vecinos, horrorizados de que esa zona de estrato 6, en la cual hay valiosos ejemplares de la arquitectura residencial de las décadas de 1950, 60 y 70, fuera convertida en una colmena de oficinas y tráfico.

 
Frente a ese edificio fallido que se construye otro que pasó la prueba, aunque será de solo (¡solo!) será de 17 pisos.
 
Si por allá llovía, por el Chicó no escampaba. En la 11 con 97 se anunciaban apartamentos reunidos en 25 pisos. Es de recordar cómo en este punto hace pocos años hubo un grave hundimiento por la construcción de un edificio empresarial, lo cual obligó a cerrar media carrera 11 durante largos meses.



Y en la 10ª A con 94 hay otro caso. Las viviendas originales fueron demolidas y la obra está en ascenso, aunque no podríamos precisar cuántos pisos tendrá finalmente. Un aviso especificaba que 19.
 
 
Y finalmente, allí donde se acaba el Chicó, es decir en la calle 100, estuvo por levantarse otra torre de 25 pisos en pleno round point de la carrera 15, sitio de por sí asfixiado ya por carros, buses, motos, ventas, saltimbanquis y ladrones como para agregarle otro problema peor.

 
Y en el terreno de la bomba de Unicentro, sobre la 127, estaba por construirse otro más, también de 25, en ese “único lugar que lo tiene todo”. Pero el letrero desapareció.

En fin, son varios los proyectos que se quedaron en el tintero.

 
Notas
 
(2) Ya no se podrán construir edificios de gran altura en Bogotá
El Espectador, Bogotá
22 Feb 2016 - 6:31 PM
Consultado el 1° de agosto de 2017.
(3)Secretaría Distrital de Planeación.  Comunicado 22/02/2016