martes, 28 de febrero de 2012

Edificios en el aire o torres que nunca fueron

Un edificio, como otras obras de la creación humana, es la culminación de esfuerzos y etapas y de seguro para su creador sea la realización o la materialización de un sueño que empezó con una idea o un bosquejo.

Pero alguna vez ese planteamiento no se cristaliza y todo queda en proyecto. Es el caso de algunos rascacielos pensados y propuestos, que alcanzaron a plantearse sin llegar a ser. No es que sean obras inconclusas, como la Sinfonía de Schubert, sino que nunca se pasaron del papel.

Los proyectos que pertenecen a esta categoría acaso encierran mayor misterio que si algún día se hubieran edificado, en especial para las nuevas generaciones. Es escasa la información disponible y casi que se basa en la tradición oral, pero hablamos de por lo menos tres grandes torres que nunca aparecieron en el horizonte de los rascacielos bogotanos: el Edificio Mazuera, la torre que alguna vez planeó la Caja Agraria y la que debía complementar el palacio de Justicia quemado y bombardeado en noviembre de 1985.

Edificio para Fernando Mazuera y cia.
Debía erigirse en la zona del Hotel Tequendama

En una reciente exposición de la obra del arquitecto Germán Samper Gnecco en el Museo de Bogotá, apareció una fotografía  de la maqueta del edificio que se pensó en 1971 para la constructora de Fernando Mazuela Villegas.

Se trataba de un edificio de 60 pisos y un área de 60 mil metros cuadrados diseñado junto a la compañía con Pizano Pradilla Caro y Restrepo y que, como suele decirse, iba a ser el más alto de Suramérica.

Dice Germán Samper que Mazuera, varias veces alcalde de la ciudad y que construyó numerosas barrios, cuyos nombres empiezan por M, como Modelia, Marantá, Milenta y Malibú, también pensó en tener una torre que inmortalizara su empresa.

“El lote es de buen tamaño y permite el diseño de una torre alta. Proponemos un bloque de 60 pisos, de planta cuadrada, y simétrica; cuatro columnas en esquina y un punto fijo, también cuadrado definen los elementos estructurales. La rigidez de las fachadas las proponemos con una malla de concreto en vigas diagonales y postensadas. Las columnas al llegar al primer piso se abren a manera de contrafuertes”, explicaba Samper.

Las medidas financieras del momento dieron al traste con el proyecto. Y un misterio resuelto: ¿donde iba a quedar? En el mismo terreno de la cra. 13 con 27 en el que años después se levantó la sede del Banco de Occidente, obra de Esguerra Sáenz y Samper, la compañía en la que trabajó el arquitecto.


Excavación para el palacio de Justicia y abajo plataforma de
cuatro  plantas que incluía una torre en el extremo derecho.
¿Se habría quemado también en 1985?
Las otras torres que nunca se construyeron fueron la del palacio de Justicia, diseñada por Roberto Londoño, el mimo arquitecto del actual palacio. Debía ocupar la equina nororiental de la manzana del palacio, detrás de la plataforma de cuatro pisos que se inauguró en 1971 y que fue demolida luego de los destrozos y el incendio ocasionados durante la toma guerrillera.

No hemos podido ubicar la maqueta o un boceto de la obra, que vimos publicada en la prensa en los años 70. Lo cierto es que si este edificio se hubiera construido, aún con la lentitud con la que fue terminada la plataforma de cuatro pisos, hubiera sobrepasado excesivamente la altura de las construcciones de la plaza de Bolívar y hubiera sido agresivo con su entorno.



El proyecto del palacio de Justicia destruido en 1985
incluía una torre de oficinas que nunca se construyó



En esta esquina, cra. 7a. con calle 24, la Caja
Agraria planeó en los 70 una torre de 40 pisos
La tercera y última torre, la de la Caja Agraria, hubiera quedado a media cuadra de la de Colpatria, en la esquina nororiental de la cra. 7ª. con 24, donde funciona actualmente un negocio de pollo asado.

Este terreno comprende parte del área en la que está planeada la ampliación del Museo de Arte Moderno de Bogotá, cuyo proyecto dejó listo antes de su muerte Rogelio Salmona, tal como nos informó hace pocos años Gloria Zea, directora del Museo y gestora del proyecto.


Proyecto de Martínez Sanabria en
la antigua fábrica de Bavaria

Le Corbusier también propuso construir numerosas torres de apartamentos y oficinas a lado y lado de la Séptima. Y también hubo en la década de los 40 y 50 proyectos para erigir un centro nacional que reuniera palacio presidencial y ministerios, en la zona en la hoy se encuentra la Casa de Nariño, la cual duró dos décadas antes de tomar forma.

En la década de los 50, Town Planning Associates entregó a Bogotá, en manos del alcalde militar de Bogotá, coronel Julio Cervantes, el Plan Regulador. Ese estudio entregado por Wiener y Sert proponía la construcción de un moderno presidencial bien en la manzana en la que está ahora, en la carrera 7a. con calle 8a. o en la carrera. 4a. entre calles 9 y 10, es decir, una manzana al oriente del Palacio de San Carlos, donde actualmente funciona la Cancillería.  


Edificio Pozzetto, de Vicente Nasi. Sólo se
 edificó la plataforma destinada al restaurante
Hay otros proyectos que quedaron en el papel, aunque de menores dimensiones. Uno de ellos, del que quizá pocos saben, es que el conocido restaurante Pozzetto, situado en la cara. 7ª. con calle 61 y que en 1986 fue escenario de los infortunados hechos conocidos. Además de los dos pisos que tiene, llevaba una torre de 10 pisos.

Este edificio fue diseñado por Vicente Nasi quien explicaba que la torre planteaba un problema al tratarse de un bloque moderno sobre una plataforma que tiene algo de estilo mediterráneo. La solución fue la interposición de un tercer piso entre la plataforma-restaurante y la torre de 10 plantas.

Del mismo maestro de origen italiano fue el proyecto de Edificio Colón del Norte, que se construyó luego con diseños distintos en la cra. 11 con calle 77. Allí se estableció la compañía Occidental Petroleum frente al parque Benito Juárez, muy cerca por cierto del terreno que ocupara la casa de Olaya Herrera, que fue precisamente una obra encargada a Nasi por su ilustre propietario.

Hubo también en 1976 un proyecto de remodelación urbana de la zona de Bavaria en San Martín, de la autoría de Fernando Martínez Sanabria, al que se unieron Esguerra Sáenz y Samper, Obregón y Valenzuela, y Pizano, Pradilla, Caro y  Retrepo. Éste comprendía un conjunto de torres en un área entre la carrera 13 y la avenida Caracas, de la calle 26 a la 28, donde años más tarde se levantó una obra totalmente diferente en varias fases.


  



martes, 21 de febrero de 2012

Urbanidad y urbanistas (1). Tras las huellas de Hernando Vargas Rubiano

Con este título queremos hacer justicia a profesionales que dejaron huella en el panorama urbano de la capital de Colombia y una obra que por falta de ilustración o documentación a veces no se conoce, así vivamos en medio de ella.  Como por urbanidad, digamos. Porque a diario pasamos frente a sus construcciones sin darnos cuenta.
(*) El arquitecto Hernando Vargas
 Rubiano, fallecido en 2008.


Muchos nombres del urbanismo nacional y de Bogotá han sido objeto de excelentes monografías, perfiles, semblanzas y biografías. En este campo, merecen mención especial las publicaciones de editoriales especializadas como Escala y Proa, y más recientemente el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, durante los años en los que lo dirigió, hasta hace poco, Gabriel Pardo.

Hay personajes que aún quedan por estudiar, pero esta labor es relativamente sencilla, porque su obra está allí.
Hernando Vargas  Rubiano es uno de ellos. Nacido en Tunja en 1917 y fallecido hace año y medio, fue alumno de la primera promoción de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, creada en 1936. Se graduó en 1940, luego de tener decanos como Guillermo Herrera Carrizosa, Arturo Jaramillo, Carlos Martínez y  Roberto Ancízar, y entre sus profesores a Karl Brunner, Gabriel Serrano Camargo,  José Gómez Pinzón y Julio Casanovas.

En 1979, con motivo de una reseña de su obra publicada en la revista Proa[i], Vargas Rubiano confesaba con modestia que “buena parte de ella no merece tal distinción.  Pero como se trata de mostrar una trayectoria que se inicia con el nacimiento mismo de la primera escuela de arquitectura en Colombia y que a lo largo de cuatro décadas se ha mantenido siempre en la búsqueda de nuevas posibilidades arquitectónicas y constructoras, no dudo en presentarla”.
Hablaba el profesional que tuvo a su cargo nada menos que la restauración del antiguo Panóptico Nacional para convertirlo en el Museo Nacional, en 1948, con motivo de la IX Conferencia Panamericana.
Vargas Rubiano era de los que comparten la visión de que el siglo XX en Colombia comenzó en 1930 y que el atraso del país se debió a que el siglo anterior se dedicó a guerrear. Por eso la década de 1930 fue también de florecimiento de la arquitectura, con la llegada de arquitectos extranjeros y el regreso de colombianos formados en otros países.

(*) Clínica del Country, situada en el lugar en el que
quedaba el Country Club de Bogotá.
Vargas trabajo en el recién creado ICT y desde allí impulsó un sistema de construcción de vivienda destinado a abaratar los altos costos de las casas populares, a imitación de la ancestral tapia pisada. Se trataba de un material de  tierra pisada con baja mezcla de cemento que vio en Estados Unidos y que se llamó “Terracrete” o “soil cement” y que en Colombia fue bautizado como “terra-concreto” o “suelo-cemento”.

En el invierno 1941-42, Vargas Rubiano hizo un curso en la Universidad de Pensilvania denominado “Low cost houses”. En 1947 fue elegido presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos y tuvo asiento en el Centro Interamericano de Vivienda (Cinva). De su interés y del trabajo del ingeniero chileno Raúl Ramírez, salieron las famosas maquinas para fabricar bloques  de “suelo-cemento”, conocidas como Cinva-Ram y populares en los planes de autoconstrucción promovidos en América Latina hace algunas  décadas.

La fundación de su firma de arquitectos, como otros hechos de la historia de Colombia,  se sitúa también en 1948, junto al ingeniero José Ramón Leiva.

En el plano académico, H.V.R. fue profesor de la Universidad Nacional y miembro del grupo de fundadores de la Universidad de los Andes.

Sus obras

Edificio Banco Ganadero (Hoy Procuraduría
General de la nación)

Los habitantes de Bogotá pasamos a diario por muchas de las obras que dejo como legado este arquitecto. Edificios bancarios, torres de oficinas y conjuntos de apartamentos sin siquiera saber el nombre del autor.
A quienes nos intriga conocer sobre los gestores del patrimonio arquitectónico nos ha sorprendido descubrir la firma de este arquitecto detrás de tantos hitos del panorama urbano de Bogotá.
La Clínica del Country, el edificio del Icetex en las Aguas, la torre del Banco Ganadero en  la carrera 5 con calle 16, el World Trade Center, de Bogotá y varios edificios residenciales en el  Chico y Santa Bárbara. Ello sin contar los trabajos que infortunadamente fueron arrasados por el crecimiento de la ciudad, como casas de los años 60 en el Chicó.
Sin embargo, ninguna de esas obras tiene tanta fascinación en nuestros recuerdos de infancia y luego en nuestro paso diario por razones laborales como el edificio Ugi, localizado en la carrera 13 entre calles 39 y 40, en la zona bogotana del antiguo colegio Sagrado Corazón. Esta obra es de 1973, cuando empezábamos los años de bachillerato y los compañeros repetían lo que oían a sus padres, que el edificio se construía de arriba hacia abajo.

(*) Edificio Ugi, construido en 1972.
Y sí, así fue. Un núcleo o columna central de la cual fueron desprendiéndose las plantas de arriba abajo, para lo cual fe preciso diseñar una plataforma metálica deslizante que soportaba, además del entrepiso, los equipos y materiales de obra. Los constructores sostienen que este sistema de andamio metálico descendente permitió economizar costos y trabajar bajo cubierta, lo cual en Bogotá no deja de ser interesante por el clima. 
La torre Ugi tuvo el diseño estructural del prestigioso ingeniero Guillermo González Zuleta y en el 2002 fue remodelada para actualizar redes y sistemas.
Por cierto que a esta torre siguió la del Banco Ganadero en 1973. Esta última, que más tarde pasó a ser de la Corporación de Ahorro y Vivienda Corpavi y actualmente es sede de la Procuraduría, ocupa el terreno que en los años 30 y 40 fuera sede de la empresa de acueducto de Bogotá,  obra de José Maria Montoya Valenzuela.
De la última obra de H.V.R. quedan numerosos edificios en los que coincide la forma estriada de vidrios opacos y antepechos de concreto, como el Saturno, en la 7ª. con 83, que recuerdan el de Ugi y el del Banco Ganadero.
Edificio Saturno, situado en la cra, 7 con 84
Para los interesados en los temas en urbanos, es útil preservar la memoria de Hernando Vargas Rubiano, el constructor que dejó su impronta discreta pero valiosa en la ciudad y el oficio, y quien hablaba de tomar acciones para “evitar la inminente catástrofe urbana y social”. Ésto hace treinta años.



[i] Revista Proa No. 284, Agosto 1979.


Las fotografías que ilustran esta nota marcadas con (*) pertenecen al archivo de Hernando Vargas Caicedo.