martes, 21 de febrero de 2012

Urbanidad y urbanistas (1). Tras las huellas de Hernando Vargas Rubiano

Con este título queremos hacer justicia a profesionales que dejaron huella en el panorama urbano de la capital de Colombia y una obra que por falta de ilustración o documentación a veces no se conoce, así vivamos en medio de ella.  Como por urbanidad, digamos. Porque a diario pasamos frente a sus construcciones sin darnos cuenta.
(*) El arquitecto Hernando Vargas
 Rubiano, fallecido en 2008.


Muchos nombres del urbanismo nacional y de Bogotá han sido objeto de excelentes monografías, perfiles, semblanzas y biografías. En este campo, merecen mención especial las publicaciones de editoriales especializadas como Escala y Proa, y más recientemente el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, durante los años en los que lo dirigió, hasta hace poco, Gabriel Pardo.

Hay personajes que aún quedan por estudiar, pero esta labor es relativamente sencilla, porque su obra está allí.
Hernando Vargas  Rubiano es uno de ellos. Nacido en Tunja en 1917 y fallecido hace año y medio, fue alumno de la primera promoción de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, creada en 1936. Se graduó en 1940, luego de tener decanos como Guillermo Herrera Carrizosa, Arturo Jaramillo, Carlos Martínez y  Roberto Ancízar, y entre sus profesores a Karl Brunner, Gabriel Serrano Camargo,  José Gómez Pinzón y Julio Casanovas.

En 1979, con motivo de una reseña de su obra publicada en la revista Proa[i], Vargas Rubiano confesaba con modestia que “buena parte de ella no merece tal distinción.  Pero como se trata de mostrar una trayectoria que se inicia con el nacimiento mismo de la primera escuela de arquitectura en Colombia y que a lo largo de cuatro décadas se ha mantenido siempre en la búsqueda de nuevas posibilidades arquitectónicas y constructoras, no dudo en presentarla”.
Hablaba el profesional que tuvo a su cargo nada menos que la restauración del antiguo Panóptico Nacional para convertirlo en el Museo Nacional, en 1948, con motivo de la IX Conferencia Panamericana.
Vargas Rubiano era de los que comparten la visión de que el siglo XX en Colombia comenzó en 1930 y que el atraso del país se debió a que el siglo anterior se dedicó a guerrear. Por eso la década de 1930 fue también de florecimiento de la arquitectura, con la llegada de arquitectos extranjeros y el regreso de colombianos formados en otros países.

(*) Clínica del Country, situada en el lugar en el que
quedaba el Country Club de Bogotá.
Vargas trabajo en el recién creado ICT y desde allí impulsó un sistema de construcción de vivienda destinado a abaratar los altos costos de las casas populares, a imitación de la ancestral tapia pisada. Se trataba de un material de  tierra pisada con baja mezcla de cemento que vio en Estados Unidos y que se llamó “Terracrete” o “soil cement” y que en Colombia fue bautizado como “terra-concreto” o “suelo-cemento”.

En el invierno 1941-42, Vargas Rubiano hizo un curso en la Universidad de Pensilvania denominado “Low cost houses”. En 1947 fue elegido presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos y tuvo asiento en el Centro Interamericano de Vivienda (Cinva). De su interés y del trabajo del ingeniero chileno Raúl Ramírez, salieron las famosas maquinas para fabricar bloques  de “suelo-cemento”, conocidas como Cinva-Ram y populares en los planes de autoconstrucción promovidos en América Latina hace algunas  décadas.

La fundación de su firma de arquitectos, como otros hechos de la historia de Colombia,  se sitúa también en 1948, junto al ingeniero José Ramón Leiva.

En el plano académico, H.V.R. fue profesor de la Universidad Nacional y miembro del grupo de fundadores de la Universidad de los Andes.

Sus obras

Edificio Banco Ganadero (Hoy Procuraduría
General de la nación)

Los habitantes de Bogotá pasamos a diario por muchas de las obras que dejo como legado este arquitecto. Edificios bancarios, torres de oficinas y conjuntos de apartamentos sin siquiera saber el nombre del autor.
A quienes nos intriga conocer sobre los gestores del patrimonio arquitectónico nos ha sorprendido descubrir la firma de este arquitecto detrás de tantos hitos del panorama urbano de Bogotá.
La Clínica del Country, el edificio del Icetex en las Aguas, la torre del Banco Ganadero en  la carrera 5 con calle 16, el World Trade Center, de Bogotá y varios edificios residenciales en el  Chico y Santa Bárbara. Ello sin contar los trabajos que infortunadamente fueron arrasados por el crecimiento de la ciudad, como casas de los años 60 en el Chicó.
Sin embargo, ninguna de esas obras tiene tanta fascinación en nuestros recuerdos de infancia y luego en nuestro paso diario por razones laborales como el edificio Ugi, localizado en la carrera 13 entre calles 39 y 40, en la zona bogotana del antiguo colegio Sagrado Corazón. Esta obra es de 1973, cuando empezábamos los años de bachillerato y los compañeros repetían lo que oían a sus padres, que el edificio se construía de arriba hacia abajo.

(*) Edificio Ugi, construido en 1972.
Y sí, así fue. Un núcleo o columna central de la cual fueron desprendiéndose las plantas de arriba abajo, para lo cual fe preciso diseñar una plataforma metálica deslizante que soportaba, además del entrepiso, los equipos y materiales de obra. Los constructores sostienen que este sistema de andamio metálico descendente permitió economizar costos y trabajar bajo cubierta, lo cual en Bogotá no deja de ser interesante por el clima. 
La torre Ugi tuvo el diseño estructural del prestigioso ingeniero Guillermo González Zuleta y en el 2002 fue remodelada para actualizar redes y sistemas.
Por cierto que a esta torre siguió la del Banco Ganadero en 1973. Esta última, que más tarde pasó a ser de la Corporación de Ahorro y Vivienda Corpavi y actualmente es sede de la Procuraduría, ocupa el terreno que en los años 30 y 40 fuera sede de la empresa de acueducto de Bogotá,  obra de José Maria Montoya Valenzuela.
De la última obra de H.V.R. quedan numerosos edificios en los que coincide la forma estriada de vidrios opacos y antepechos de concreto, como el Saturno, en la 7ª. con 83, que recuerdan el de Ugi y el del Banco Ganadero.
Edificio Saturno, situado en la cra, 7 con 84
Para los interesados en los temas en urbanos, es útil preservar la memoria de Hernando Vargas Rubiano, el constructor que dejó su impronta discreta pero valiosa en la ciudad y el oficio, y quien hablaba de tomar acciones para “evitar la inminente catástrofe urbana y social”. Ésto hace treinta años.



[i] Revista Proa No. 284, Agosto 1979.


Las fotografías que ilustran esta nota marcadas con (*) pertenecen al archivo de Hernando Vargas Caicedo.








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