martes, 3 de enero de 2012

Piedra amarilla

                                                                                         So goodbye yellow brickroad
                                                                                                            Elton John

Las ciudades se diferencian por los materiales de sus construcciones, el color que unifica su paisaje. Las ciudades andaluzas son blancas y los poblados medievales de piedra grisácea. Los asentamientos populares del tercer mundo son de color ocre como la tierra que circunda.  




Edificio Pedro A. López, hoy Ministerio de
Agricultura, en la avenida Jiménez
Bogotá es ampliamente conocida en tiempos modernos por el rojo del ladrillo usado en sus edificios y de ese tono de la arcilla son las imágenes panorámicas de algunas de sus zonas. Sin embargo, en una parte importante de la riqueza urbana predomina un solo tono: el de la piedra amarilla. Los visitantes de la ciudad se preguntan por ese material característico, que lo es  tanto que se conoce como piedra bogotana.

Pero también a este elemento se le llama piedra muñeca. Los expertos la denominan piedra caliza o piedra arenisca, que es una roca sedimentaria que tiene contenido de calcita. Conocida en algunas partes como Limestone, es un material resistente, que se caracteriza por su dureza,  apropiado para revestir fachadas.

En la capital de Colombia esta piedra fue usada en el último siglo, generalmente en obras monumentales de estilo neoclásico o francés.

Teatro de Cristóbal Colón
Parte de esa piedra amarilla se ha producido en las montañas de la zona de San Mateo, situada en la población de Soacha, en el sur de Bogotá. De las Canteras de Terreros, por ejemplo.


Costado noroccidental del Capitolio
La piedra amarilla es el material y el tono que predominan en la plaza de Bolívar y en muchas áreas adyacentes, como la Casa de Nariño (1976), el ejemplo por excelencia del trabajo en piedra amarilla.
Lado oriental del palacio presidencial,
desde la carrera Séptima(1976)

Están revestidos de esa piedra el Capitolio, el palacio de Justicia, la Catedral, la capilla del Sagrario, el Palacio Cardenalicio  –joven, solo tiene medio siglo–, el Colegio de San Bartolomé, el edificio nuevo del Congreso, el ya nombrado palacio presidencial y para cerrar el cuadrilátero de la plaza, la Alcaldía, que solo tiene el pórtico de la priomer aplanta en piedra amarilla, pero tiene su nuevo edificio situado en la parte posterior cubierto de láminas del enchape que nos ocupa.

Edificio Bicentenario, parte posterior de
la Alcaldía, inaugurado en 2011
Edificio de los Ministerios. Construido sobre
el demolido Claustro de San Agustín


También el edificio moderno de los Ministerios (hoy Ministerio de Hacienda), el Palacio Echeverri y unas calles más al oriente y norte, el Teatro Colón y el palacio de San Carlos. En la avenida Jiménez la antigua gobernación de Cundinamarca y el edificio Pedro A. López, ocupado por el Ministerio de Agricultura.

Palacio Echeverri, obra de Gaston Lelarge
La piedra amarilla de vetas rojas o marrones, similares a las vetas de la madera, resalta con el sol capitalino casi tanto como el rojo del ladrillo en los atardeceres.

Pero no es patrimonio exclusivo del centro o de la zona antigua de la ciudad. Parte de la zona empresarial del Centro Internacional está revestida de la piedra bogotana. Para la muestra tres botones: el viejo edificio de Bavaria, la torre de Seguros Tequendama y el Planetario Distrital.

Un aporte generoso al espacio público. Andenes de
 piedra en el edificio Avianca. Se pensó en grande.
En el centro financiero de la avenida Chile algunos edificios utilizan la piedra muñeca, el mismo elemento que cubre el frontis de la iglesia de Lourdes. Y si los edificios ubicados a lado y lado de la carrera Décima lavaran sus fachadas, volvería a lucir la piedra amarilla sepultada bajo kilos de hollín producido por los tubos de escape de los autobuses destartaladas en cuatro décadas.

El servicio de este material a la identidad bogotana no se reduce a los revestimientos o a las fachadas. Son de piedra amarilla las baldosas de la plaza de Bolívar y los andenes de algunas calles del centro. También los pedestales de la inmensa mayoría de las estatuas y el cauce del Eje Ambiental, que recorre la ruta del antiguo río San Francisco.


Limpieza del Eje Ambiental de la avenida Jiménez
Detalle de un costado del Palacio Echeverri
Patio de Los Novios, dentro de la Casa de Nariño

 
En fin, el mundo de este material también generó una carpintería de la piedra amarilla, expresada
en sillares, columnas, pilastras, capiteles, ménsulas, volutas, hojas de acanto y otros motivos.


Y para preservarla están los expertos. Hay técnicos en tratar la piedra y lijarla para renovar su apariencia, en cortar láminas y tajadas perfectas para reponer las averiadas por el paso del tiempo y en limpiarla periódicamente para devolverle su rubio esplendor, ese que produce los mejores contrastes en las mañanas soleadas o en las tardes despejadas.
Restauración de un zócalo del Palacio Echeverri,
hoy sede del Ministerio de Cultura

2 comentarios:

  1. >Desde la primera vez que visité Bogotá hace 12 años me llamó la atención el gran número de edificaciones, de todas las épocas, en que se utilizaba esa piedra tan característica. Buscando saber más llegué a este blog. Por fin lo tengo claro. Gracias por sus interesantes publicaciones

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