Adelante de Usaquén, en lo que fuera la Carretera Central del Norte, hoy carrera Séptima, a la altura de la calle 128, existió hace años un restaurante llamado La Bella Suiza.
Era la década de 1930 y era, como su nombre lo indica, un sitio de gastronomía de ese país europeo, en una zona campestre hasta entonces. Después, en los 50, surgiría el barrio que tomó el nombre del restaurante.
El restaurante fue fundado por Fritz Brodbeck, un suizo que llegó a Colombia junto a su hermano Jacob y su amigo Antonio Riedberger. Este último fundó en 1944 el Restaurante Suizo en Choachí, oriente de Cundinamarca, donde hoy existe también un restaurante Bella Suiza.
El diseñador Urs Schmid cuenta que el restaurante fundado por Brodbeck era sitio de paseo de fin de semana para los ciudadanos de Suiza que vivían en la ciudad. Allí llegaba su familia, encabezada por el arquitecto Viktor Schmid, el que introdujo en Bogotá las construcciones de estilo suizo.
Urs recuerda que La Bella Suiza entonces eran potreros, rodeados por las haciendas Santa Bárbara, El Contador, El Cedro y otras. Tanto así que en las paredes de la entrada había unas argollas para amarar los caballos de los clientes que llegaban montando por los caminos.
En la zona estaban también la planta de Cemento Samper, uno que otro restaurante de carretera, una fábrica de ruanas, un clínica de reposo, algunos colegios y la hacienda Medina.
La Bella Suiza fue parte de las cosas suizas que hubo en Bogotá y la Sabana, como Alpina, el Colegio Helvetia, la panadería Palace y restaurantes como El Chalet Suizo y El Refugio Alpino.
El barrio se distinguió por el estilo propio de sus viviendas, de las cuales quedan muy pocas, y llegó a tener acueducto propio.
El restaurante también contribuyó a que los comensales bogotanos aprendieran términos como "fondue" y se aficionaran a las salchichas enormes.
Con los años, la ciudad absorbió a Usaquén y otros pueblos próximos a la capital colombiana. Y alrededor de La Bella Suiza se fue conformando un barrio de amplias casas, y más tarde, cuadras al norte, una zona de viviendas en serie llamada Ginebra.
El barrio reservó grandes extensiones para parques y las vías rurales pasaron a ser calles de una gran malla que aún se conserva. Está delimitado por las carreras 7a y 9a, y las calles 127 y 134, incluyendo a Ginebra y a los predios de antiguas quintas que hoy ocupa una universidad.
Las viejas casas de sector cumplieron su ciclo y a partir de 1980, más o menos, empezaron a ser reemplazadas por edificios residenciales. Entretanto, el restaurante cerraba sus puertas y la sede se convirtió en concesionario y taller de automóviles.
Con la particularidad de que muchos de los edificios comenzaron a identificarse con nombres alusivos a Suiza. O a La Bella Suiza.
En el barrio pueden encontrarse edificios llamados La Bella Suiza o simplemente Bella Suiza, en la 8a. con 127C.
Unos metros adelante hay edificio Bella Suiza 2000, Bella Suiza Real y El Portal Suizo (dos distintos repiten este nombre en sitios del barrio opuestos), Senderos de Bella Suiza, Bosques de Bella Suiza, Balcones de Bella Suiza (también hay dos distintos) y otras variaciones sobre el mismo tema.
Y otros nombres que se desprenden de la nación de los cantones, como Zurich, Ginebra, Basilea, Neuchatel, Lausana, Saint Moritz, Lugano y Davos; sucedáneos como Alpes de Ginebra y también obvios, como Helvética, acompañados por la banderita roja con la cruz blanca en el centro.
Lo curioso es que no hay en el barrio ninguna construcción de auténtico estilo suizo, ni siquiera de lo que en Bogotá se conoció como tal, salvo algunas aproximaciones.
Y sobreviven enormes árboles, especialmente eucaliptos y sauces, que envuelven los edificios y le dan al barrio un aire inconfundible, pese a que con frecuencia son talados.
Y, camuflada tras la fachada del concesionario de automóviles, sigue la antigua sede del restaurante que dio nombre a este apacible rincón bogotano.
(*) Agradecimiento al maestro Enrique Moreno-Guerra, vecino del sector y autor de las fotografías publicadas en tercero y sexto lugar.