Es sabido que la inmigración en Colombia no fue tan importante ni se promovió tanto como en otros países latinoamericanos.
Con todo, a Colombia llegaron varias corrientes de migrantes de origen judío en los siglos XIX y XX, en este último como consecuencia de la persecución nazi por los años de la Segunda Guerra Mundial.
S on lugares particularmente ligados a la comunidad judía barrios capitalinos como El Chicó, donde hubo o aún están en pie viviendas de gran riqueza arquitectónica que pertenecieron a familias de ese origen cultural.
Una interesante investigación realizada por estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Gran Colombia, señala el Pasaje Michonik, ubicado en la carrera 2 con calle 11, construido en 1914 muy cerca del Chorro de Quevedo, como el primer conjunto con régimen de copropiedad que hubo en la ciudad.
Y no deja de ser interesante que esta construcción, promovida por ciudadanos de origen judío, se halle en el área en la que se afirma que se fundó la ciudad. Más adelante aparecerá de nuevo ese mismo apellido. (2)
En el barrio Armenia, uno de los sectores bogotanos en los que predomina el llamado estilo inglés, se encuentran también varios edificios de apartamentos, de cuatro pisos de altura, que pertenecieron a distinguidos judíos de Bogotá. Esos edificios llevan nombres de indudable sabor israelí, como Spiwak, Esther, Perla, Esther, Dora y Mina.
Notas
(1) http://www.bdigital.unal.edu.co/50473/1/80084539.2010.pdf
(2) http://consultorio3patrimonio.blogspot.com.co/p/pasaje-michonock.HTML
(3) Guía de los Cementerios Británico, Alemán y Hebrero. Corporación La Candelaria. Bogotá, 2006
(4) Revista Proa. No. 23. Mayo 1949
(5) Semblanza de Alberto Manrique Martín. ingeniero y arquitecto. Cuadernos Proa, no. 6. Bogotá, 1985.
(6) Álbum del Cuarto Centenario de Bogotá. Sociedad de Mejoras y Ornato, 1938. Tercera edición. Editora Arco. Bogotá, 2001
Las ciudades colombianas no fueron ajenas a las comunidades judías organizadas, con cementerio, club y colegio propios.
En Bogotá hay vestigios de esa presencia de origen hebreo o de ciudadanos judíos asentados en otros países, especialmente europeos, como Polonia o Rusia.
Ángel Enrique Martínez Ruiz presentó en 2010 la investigación titulada “Haciendo Comunidad, Haciendo Ciudad. Los judíos y la conformación del espacio urbano de Bogotá”. Con ella obtuvo el título de la Maestría en Historia del Arte, la Arquitectura y la Ciudad en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia. El trabajo, que analiza el período comprendido entre 1919 y 1970, tuvo como director a Germán Mejía Pavony. (1)
Aviso de prensa sobre urbanizaciones de Salomón Gutt (Tomado de "Haciendo Comunidad, haciendo Ciudad", de Ángel Enrique Martínez Ruiz) |
“Durante el siglo XIX, Bogotá había multiplicado su población cinco veces, mientras que su espacio urbano ni siquiera se había doblado. La expansión de la ciudad era urgente y poco se había hecho al respecto. Contando con la experiencia de José Eidelman, quien ya había incursionado en el negocio de las urbanizaciones en su paso por Lima y Río de Janeiro, en febrero de 1919 empezaron a comprar tierras periféricas a la ciudad y comenzaron a urbanizar barrios”, señala Martínez.
Agrega que para ello contrataron arquitectos, abogados y secretarias que les ayudaron a montar la infraestructura del negocio, que consistía en comprar terrenos y urbanizar fincas en terrenos. De allí surgieron barrios obreros de viviendas que los beneficiarios adquirían a crédito.
A ellos el investigador atribuye la creación de barrios como el 20 de Julio, el 7 de Agosto, Santa Lucía, Las Ferias, Gaitán, Santa Sofía y Marly.
El hecho de que los comerciantes judíos usualmente tuvieran éxito en sus negocios permite apreciar más fácilmente sus viviendas de características notables o ubicadas en sectores exclusivos de la ciudad, así como sus centros de culto religioso.
Pero antes hubo en Teusaquillo, La Merced y otros sectores urbanos construcciones de propiedad de judíos prominentes o incluso edificios de renta. Mención especial merece el barrio Santa Fe, promovido en los años 40 por la firma Ospinas y Compañía, cuyas construcciones tuvieron en muchos casos el carácter dual de vivienda y negocio.
Lamentablemente aunque los edificios se conservan, la destinación del sector a nuevas actividades y habitantes impiden a los bogotanos disfrutar de esa riqueza o preservarla adecuadamente.
Una interesante investigación realizada por estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Gran Colombia, señala el Pasaje Michonik, ubicado en la carrera 2 con calle 11, construido en 1914 muy cerca del Chorro de Quevedo, como el primer conjunto con régimen de copropiedad que hubo en la ciudad.
Y no deja de ser interesante que esta construcción, promovida por ciudadanos de origen judío, se halle en el área en la que se afirma que se fundó la ciudad. Más adelante aparecerá de nuevo ese mismo apellido. (2)
Pasaje Michonik (1914), situado en la carrera 2 con calle 12 |
Junto al Cementerio Central se conserva unos de los cementerios hebreos, que es una inagotable fuente histórica, investigada con gran acierto por la antigua Corporación La candelaria, ahora Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. (3)
La discreción y bajo perfil que caracteriza a los miembros de la comunidad de origen israelí quizá conspire contra este informe. Sin embargo hay vestigios importantes de su presencia en el urbanismo de la ciudad.
Para ello hacemos un recorrido sur-norte, saliendo del centro de Bogotá.
Mucho quisiéramos poder documentar algo en relación con el barrio Santa Fe, hoy convertido en un verdadero barrio burdel, donde el patrimonio urbano es parte de la depredación que allí se vive.
Sin embargo, pasamos de largo hasta la calle 26 debajo de la Caracas, para entrar a los barrios Armenia y Teusaquillo por la carrera 15.
Seguidilla de edificios del barrio Armenia con nombres de sabor israelí |
En el barrio Armenia, uno de los sectores bogotanos en los que predomina el llamado estilo inglés, se encuentran también varios edificios de apartamentos, de cuatro pisos de altura, que pertenecieron a distinguidos judíos de Bogotá. Esos edificios llevan nombres de indudable sabor israelí, como Spiwak, Esther, Perla, Esther, Dora y Mina.
Incluso por allí cerca estuvo el Centro Israelita de Bogotá y nos topamos con una edificio de apartamentos de la década de 1950 que incluye a modo de adorno Estrellas de David en el portón de los garajes..
Subimos un poco al oriente, a La Merced, al lado del Parque Nacional, donde una de las más bellas casas “inglesas” del sector es la de la familia Michonik, ya mencionada. Esta es obra del gran Alberto Manrique Martín. (5)
También lleva ese nombre el edifico que actualmente ocupa la Personería de Bogotá, obra de los hermanos Herrera Carrizosa, y que originalmente era residencial. Se halla en la carrera 7a. con calle 22. (6)
También lleva ese nombre el edifico que actualmente ocupa la Personería de Bogotá, obra de los hermanos Herrera Carrizosa, y que originalmente era residencial. Se halla en la carrera 7a. con calle 22. (6)
Más al norte, en el límite entre El Nogal y El Retiro, sobrevive dignamente la casa del hombre de negocios y filántropo Moris Gutt, obra del mismo arquitecto bogotano Manrique Martín.
La de los Shaio, que aunque judíos, son originarios de Aleppo (Siria), estaba en La Cabrera. O está en ese barrio. Y –va otro dato– es la sede del Club Colombo-Libanés.
Finalmente en el Chicó, hasta hace poco quedaban en pie esas enorme y modernas casas que distinguieron como uno de los sectores urbanos modernos más perfectos y valiosos de ciudades latinoamericanas.
En El Chicó quedaban las casas de Marsha de Berg y de la familia Mishaan, obra de Pizano, Pradilla, Caro y Restrepo. La primera fue demolida hace cerca de 20 años y la alcancé a fotografiar a punto de caer. Prototipo de vivienda del Chicó de los años 60, es también muy típica de las residencias de prestantes ciudadanos de origen hebreo, que simbolizaron el modernismo y la prosperidad de entonces. Dos plantas, garajes y patios amplísimos y un voladizo que protege toda la construcción.
Agregaríamos que en muchos casos esas mansiones, desparecidas en un 90 por ciento, generalmente tenían cajas fuertes o habitaciones en forma de bóveda para proteger valores. Antes de construirse allí un edificio de oficinas de 6 pisos, con restaurantes en el primero, el terreno de la residencia citada funcionó casi una década como estacionamiento.
Agregaríamos que en muchos casos esas mansiones, desparecidas en un 90 por ciento, generalmente tenían cajas fuertes o habitaciones en forma de bóveda para proteger valores. Antes de construirse allí un edificio de oficinas de 6 pisos, con restaurantes en el primero, el terreno de la residencia citada funcionó casi una década como estacionamiento.
Pasando por todos esos sitios podremos ver las sedes de sinagogas y antiguas sinagogas, empezando por la actual Casa del Teatro Nacional, donde la comunidad de origen alemán Asociación Israelita Montefiore inauguró en 1955 un centro comunitario que incluía una sinagoga.
En la calle 52 debajo de la Avenida Caracas funciona hoy la Defensa Civil Colombiana. Pero el edificio conserva aún rejas metálicas que forman la estrella de David, recordando que allí estuvo alguna vez el Colegio Colombo-Hebreo.
Sigamos al norte. En la calle 79 con 9ª, discretamente oculta tras una tapia, está la sinagoga Maguen Ovadia, construida por la Comunidad Hebrea Sefaradí de Bogotá.
Y nos trasladamos a la calle 94, donde hay mucho que hablar del tema que nos ocupa. Y es que esa avenida sombreada por árboles, fue bautizada como Avenida Estado de Israel. Y desde la 7ª. comienza a verse la presencia de ese Estado.
Allí está la sinagoga Adat Israel, cuya cúpula de hormigón, obra del arquitecto italiano Bruno Violi, llama la atención de los transeúntes.
Un poco más abajo la Casa Lubavitch (organización judía de asuntos de fe). Y al llegar a la carrera 11, un monumento con la menorá, el candelabro de siete brazos que simboliza el Estado de Israel.
El caso de la calle 94 supone un conflicto de nacionalidades, como en lo que anotábamos de la casa Shaio ahora sede del centro social Colombo-Libanés.
Y es que la 94 también tiene a la altura de la 7ª. un busto en memoria del expresidente Julio César Turbay Ayala, de ancestro libanés. No sabemos a quién atribuir esa inconsistencia.
Este, como otros de nuestros temas, dependen prácticamente de los testimonios dispersos por allí. Por ello la historia queda abierta y puede nutrirse con nuevos aportes.
(2) http://consultorio3patrimonio.blogspot.com.co/p/pasaje-michonock.HTML
(3) Guía de los Cementerios Británico, Alemán y Hebrero. Corporación La Candelaria. Bogotá, 2006
(4) Revista Proa. No. 23. Mayo 1949
(5) Semblanza de Alberto Manrique Martín. ingeniero y arquitecto. Cuadernos Proa, no. 6. Bogotá, 1985.
(6) Álbum del Cuarto Centenario de Bogotá. Sociedad de Mejoras y Ornato, 1938. Tercera edición. Editora Arco. Bogotá, 2001