Las casas de las personalidades,
incluyendo a los hombres de estado, siempre
han despertado el interés de sus conciudadanos y a través de la historia muchas
de ellas se han conservado o en el peor de los casos una placa recuerda que
allí nació, vivió o murió alguien digno de ser recordado.
En Colombia no son muchas las
casas de grandes hombres –o mujeres– que se conserven, lo cual se explica en
parte por factores económicos y en otros casos porque no se conservaron sus
moradas.
Con todo, hay elementos para reunir
una historia mínima de lo que fueron las casas de los presidentes de la
Colombia moderna, historia que aporta algunos elementos para enriquecer el conocimiento
-la petite histoire, si se nos permite- de varios de nuestros gobernantes, esa
que gusta a muchos comentaristas que refieren como gran descubrimiento a sus
amigos datos sobre éste o aquel expresidente.
No es del caso remontarnos tan
atrás como al caso del Libertador, de quien se conserva la Quinta de Bolívar
que le obsequiaran en Bogotá, en las faldas de Monserrate, o de Santander, cuya
casa natal se conserva en Villa del Rosario.
También es preciso diferencias
entre las casas natales y las que acogieron a los hombres públicos en sus
tiempos de grandeza o preferiblemente ya retirados.
Comenzaremos por Miguel Abadía
Méndez, con quien terminó la Hegemonía Conservadora en 1930. La casa del doctor
Abadía se mantiene en buen estado. Está ubicada en la esquina suroriental de la
carrera 9a con 8a, de Bogotá, a pocas manzanas del actual palacio presidencial.
Casa de Miguel Abadía Méndez. Fue sede del Instituo Colombiano de Antropología. Mincultura la está restaurando |
La edificación de dos plantas, la
primera de ellas con locales de comercio, tiene una placa que dice “S. Serna y
A. Olea. 1930”. Es la calle siguiente a la de San Pioquinto y tiene en sus
puertas los números 158, 160 y 164.
Esta casa se encuentra en proceso
de restauración por parte del Ministerio de Cultura. Nos dice con amabilidad uno
de los vigilantes que, en sus buenos tiempos, la casa fue como un palacio presidencial
alterno, debido a que era considerado superior al antiguo palacio de la
carrera, hoy Casa de Nariño.
El presidente siguiente, primero
de la República Liberal, fue Enrique Olaya Herrera. Aunque tenemos entendido
que Olaya vivió en el centro de la ciudad, la casa que mencionaremos es la de
la calle 77 con carrera 12. La recordamos aproximadamente hasta 1975, cuando
fue demolida para construir un edificio de apartamentos en ese lugar frente al
parque Benito Juárez.
Se trataba de una curiosa
construcción del arquitecto italiano Vincenzo Nasi, que por cierto también fue
el autor de la casa de Tierra Grata, propiedad campestre del mismo Olaya, en
Fusagasugá. La casa del barrio El Nogal tenía una fachada semicircular, como se
aprecia en la imagen tomada del libro de la obra de Nasi publicado por
Editorial Escala, y recordaba un barco.
El sucesor en la presidencia,
Alfonso López Pumarejo, vivió en un tiempo en una casa en la calle 16 con
carrera 9ª,. alquilada a la familia Casabianca, y en otra época en la calle de
Florián o carrera 8ª con 12, según refiere su hijo Alfonso López Michelsen en
sus memorias.
En sus últimos años, el viejo
López residió en dos casas: la primera de ellas de la calle 24 con carrera 5ª,
donde funcionó el restaurante El Gran Vatel, incendiada en 1952 en tiempos de
Laureano Gómez, el mismo día que quemaron la casa de Carlos Lleras Restrepo –que
mencionaremos adelante– y los edificios de El Tiempo y El Espectador.
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Casa de Leo Kopp en la que vivió en sus últimos años Alfonso López Pumarejo |
Eduardo Santos, que sucedió a
López Pumarejo, vivió hasta su muerte en la esquina de la calle 67 con carrera
13. En nuestra infancia recordamos la casa tapada de árboles frondosos que le daban
un aspecto misterioso. Se dice que allí
terminaba la ruta del tranvía que iba del centro a Chapinero. La mansión la tumbaron hacia 1975 para
edificar el teatro Royal Plaza y la sede de la empresa Nestlé. Allí funciona ahora
una sala de fiestas.
En este recuento seguimos con
Alberto Lleras Camargo, que gobernó de 1945 a 1946, por la renuncia de López, y
volvió a la jefatura del estado, ya elegido, de 1958 a 1962. Investigando un
poco encontramos que al menos a su regreso de Washington, donde fue el primer Secretario
General de la OEA, Lleras Camargo vivió en una linda casa de la calle 76 con 9ª,
lado norte del Gimnasio Moderno, que está en excelentes condiciones aún. Aunque
parece ser que la habitó en alquiler.
Alberto Lleras residió en esta casa vecina al Gimnasio Moderno |
Años más tarde vivió en Chía, en
la quinta Siatá y por último, en la década de 1980, en un apartamento del edificio
El Sendero de la 87, obra del arquitecto Pablo Lanzetta.
Mariano Ospina Pérez, presidente
entre 1946 y 1950, además era ingeniero y uno de los socios fundadores de
Opinas y Compañía, que construyó gran parte de la Bogotá de los 50 y 60, incluyendo
barrios como La Merced, Palermo, El Chicó. La casa de Ospina está situada en el
Park Way del barrio La Soledad.
Casa de Ospina Pérez hasta su fallecimiento en 1976
Sigue en la lista Laureano Gómez.
Su casa también fue diseñada por Nasi, pero hay quienes sostienen que por encargo
de su cuñado Daniel Mazuera Villegas. Esta vivienda de la calle 37 con 15, en
el sector de La Magdalena, y de fachada algo pesada, a nuestro juicio, se
mantiene en buenas condiciones. Sirvió durante años de sede del restaurante La
Reserve, de Claude Lemaire, y ahora lo es de Colfuturo.
Laureano Gómez fue otro cliente de Nasi |
Algo simpático o cruel, según se
mire, es que quien depuso del poder a Laureano Gómez –o a su presidente
encargado, Roberto Urdaneta Arbeláez–, vivía pasando la calle.
El general Gustavo Rojas Pinilla
y Laureano eran vecinos. Y la casa del militar de origen boyacense está allí y
es residencia de su hija María Eugenia. De esta residencia,
que utiliza como rejas unas terribles cortinas metálicas, acaso como medida de
seguridad ante el riesgo de disturbios en épocas pasadas, se dice que es obra de Bruno Violi y perteneció originalmente a la familia Esquenzai, de origen sefardí.
Casa de Rojas Pinilla en la carrera 15 con 37 |
De Guillermo León Valencia se
dice que además de la majestuosa Casa Valencia de Popayán, que fuera de su
padre, el maestro, tuvo en Bogotá una casa en el barrio Santa Ana, construida
por los años 50 del siglo pasado, y que se encuentra en buenas condiciones.
Capítulo especial en este esbozo
lo constituye la casa de Carlos Lleras Restrepo. Por la categoría del
personaje, de la casa, por todo lo que encierra de historia y por la
destinación que hoy se ha dado al chalet de la autoría del arquitecto Otto
Marmorek.
Carlos Lleras, que fue un
destacado abogado de empresas antes de aspirar a la presidencia en 1966, encargó su construcción luego de haber
adquirido el terreno en la calle 70 A con carrera séptima, con el fruto de su
trabajo de asesor jurídico. Su hijo Carlos afirma que el estadista no pudo
comprar un sitio más costoso como le sugerían sus amigos.
La casa tenía como atractivo
principal la mansarda que cubría el mismo tamaño de la planta y la formidable
biblioteca del jurista y hacendista público. Pero toda esta riqueza fue
consumida en el incendio criminal del 6 de septiembre de 1952, cuando la
familia Lleras de la Fuente debió pedir protección diplomática y salir rumbo a
México y Estados Unidos.
La casa que Otto Marmorek hizo para Carlos Lleras Restrepo |
No vienen al caso los episodios
vergonzosos de la política colombiana de entonces. El hecho es que Lleras Restrepo
y su familia perdieron su hogar y sus pertenencias, sobre todo la rica
biblioteca de este colombiano singular. Pero la casa fue reconstruida y volvió
a tener el brillo de siempre, con los estantes de madera clara de la biblioteca
construida por el artesano Sokoloff.
Esa mansión que evoca capitales
del este europeo conserva hasta hoy en manos de la Universidad Jorge Tadeo
Lozano.
En ese período y en los años 40 ocupó
la presidencia Darío Echandía, quien vivió durante varias décadas en la calle
39 con 15, en una casa que se conserva y que fue construida por la firma Child,
Dávila y Luzardo. El inmueble estuvo a la venta en 2012, luego de servir de restaurante
popular y tienda de fotocopias. Lamentablemente, los anaqueles de la biblioteca
se relegaron a estos oficios mercantiles luego de la muerte del político
tolimense.
Recordamos la casa de Misael
Pastrana Borrero en la calle 92 con 4ª, en el Chicó Oriental y donde aún vive
su viuda.
Casa Echandía, obra de Child, Dávila y Luzardo |
De Alfonso López Michelsen, de
quien podría esperarse tener una casa gran casa europea, dada su personalidad y
su vida en Londres y Bruselas, se recuerda el penthouse del edificio Antares,
ubicado a un lado de la plaza de toros. De allí salió López a posesionarse en
1974 como presidente. Pero sus años de expresidente los pasó en otro penthouse,
el de la carrera 8ª con 88, cerca de la quebrada El Virrey.
El penthouse de López Michelsen. Allí murió en 2007 |
Irónicamente López pasó sus
últimos años en La Cabrera, el barrio de esa aberrante oligarquía que describe
-fustiga, más bien- en las páginas de su novela Los Elegidos.
Termina el recuento con Julio
César Turbay Ayala, quien tuvo desde la década de 1960 una amplia casa de dos
pisos en la calle 90 con carrera 19, barrio El Chicó, donde hoy existen los edificios de vidrio
conocidos como Blue Tower; Belisario
Betancur, que tuvo una casa de tres pisos aún en pie en la Circunvalar con 88;
y Virgilio Barco, cuya casa en la calle 85 con 9ª fue demolida para dar paso a
un edificio de apartamentos, como ocurrió con casi todo el vecindario, en el
que vivían personalidades como el maestro Ignacio Gómez Jaramillo.
Último lugar de residencia de Virgilio Barco. En La Cabrera (calle 86 con 8a.) |
No nos extendemos en los
presidentes subsiguientes, todos ellos residentes en edificios recientes del barrio Rosales, en apartamentos sin
prosapia alguna.