miércoles, 23 de octubre de 2013

Urbanidad y urbanistas (7). Tras las huellas de Pablo Lanzetta Pinzón (*)


No era mucha la información que teníamos sobre Pablo Lanzetta Pinzón para aventurar una especie de perfil, pero esa era quizá la razón más importante para hacerlo y así poder tener un resumen de la vida de un arquitecto frente a cuyas obras –principalmente en Bogotá– pasamos a diario y cuya calidad honra el urbanismo colombiano.

Hijo de padre italiano y madre colombiana, el arquitecto nació en El Cairo en septiembre de 1923. La familia se trasladó de Egipto a Colombia en 1935, cuando Pablo ingresó al Liceo Francés en Bogotá,  donde se graduó de bachiller en 1940. Posteriormente  estudió en la Universidad Nacional de Colombia y allí se graduó de arquitecto en 1945.

Lanzetta empezó a ejercer su profesión junto a su colega, el italiano Bruno Violi, con quien constituyó  la compañía Violi, Lanzetta Pinzón limitada, que funcionó de  1947 a 1954.

Violi, natural de Milán y que había llegado en 1930, y Lanzetta hicieron en 1949 el Edificio Buraglia, encargado por los hermanos italianos Blas y Vicente, comerciantes de vehículos y situado al lado del barrio La Merced, conocido por casas de estilo inglés.

Hoy este edificio se conserva y alberga en lo que fuera vitrina de carros una empresa  corredora de bolsa. Lástima que sus paredes son blanco permanente de los maleantes de aerosol que han convertido la ciudad en un esperpento estético.

De este período son también conjuntos cerrados de vivienda del barrio El Retiro, en el norte de Bogotá, en especial el que se conserva en la calle 84 entre carreras 7ª y 8ª, y que está protegido como patrimonio arquitectónico.



Conjunto cerrado situado en la calle 84 abajo de la carrera
 7a., en el barrio El Retiro, de Bogotá 
Posteriormente trabajó de forma independiente y dedicó parte de su tiempo a la docencia,  academia y a labores directivas.  Fue profesor de la Facultad de Arquitectura de la  Universidad de  los Andes y de la Universidad Nacional, de cuyo Consejo Académico fue miembro. 

Entre 1956 y 1960 fue decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, en 1960  Presidente de la  Sociedad Colombiana de Arquitectos y 1966 Presidente de la Cámara Colombiana de la  Construcción.

Así mismo, ocupó cargos directivos en empresas privadas  relacionadas con la construcción como Cementos Diamante (1969),  Ospinas y Cia (1970 -1972), Colseguros (1968 – 1980).

En 1957 se había creado la compañía Lanzetta Pinzón y Cia.,   que  desarrolló o participó en diversos proyectos en el centro de Bogotá, como el  Edificio Unión, en la naciente carrera Décima a la altura de la calle 12, pero particularmente en la sede principal del Banco de Bogotá en la misma Décima con calle 15.

Para esta obra se unieron a Martínez Cárdenas y Cia., con la asesoría de Skidmore, Owings y Merrill de Nueva York.

Esta es una de las sedes que tuvo el banco y que marcó la apertura de la moderna avenida Décima, hecha demoliendo parte del viejo centro bogotano y que puso el centro de Bogotá en el siglo XX.
 
Los estudiosos consideran que este edificio pensado en Manhattan trajo a Bogotá el estilo internacional y tiene referencias a la Lever House.

Infortunadamente, de esta modernidad solo queda el recuerdo. Además de que la torre está en malas condiciones y hace dos décadas sirve de sede a depredadores juzgados y a filas de quienes buscan la justicia.  Ya no existen las elegantes oficinas de don Martín de Corral ni del doctor Mejía Salazar, ni las salas de juntas ni la cafetería al estilo norteamericano de los 50.

Es de anotar que para esta época, en algunos papeles hallados para estas notas, el nombre de la empresa del arquitecto aparece como  Lanzetta, Valencia, Cárdenas y Cia.

Posteriormente el urbanista que nos ocupa gerenció la compañía Lanzetta, Bermúdez y Arango, fundada con sus colegas Guillermo Bermúdez Umaña y Emilio Arango en la década de 1960.


Casa del arquitecto. Actualmente oficinas del Gun Club

De esa época es la Casa Lanzetta, situada en la avenida 82 entre carreras 7ª y 8ª (costado sur), que ahora sirve de oficinas al Gun Club y que está protegida como patrimonio arquitectónico. Como es obra de Lanzetta la casa de Luis Carlos Sarmiento Angulo en La Cabrera.

También los edificios Las Carabelas (Calle 78 con cra 9a), y El Sendero de la 87 (cra. 7a con calle 86 A y en el que viviera el expresidente Alberto Lleras Camargo), y la Casa Bravo, en la carrera 11 con 94, que se resiste a ser demolida bajo usos empresariales. Este estudio de arquitectos trabajó en la construcción del Colegio Nueva Granada, en los cerros orientales de la capital colombiana.

Edificio El Sendero de la 87 en el barrio El Refugio.
 Su más ilustre residente fue Alberto Lleras Camargo



Casa Bravo, hoy sede de oficinas
Por esos años, Lanzetta fue decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional y Presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos.

En los mismos tiempos se asoció con otros arquitectos en la razón social Lanzetta, Pinzón y Arango, que en 1967 terminó el Edificio Internacional, junto a  Cuéllar, Serrano y Gómez. Esta torre triangular, colgada sobre el desnivel de uno de los costados de la calle 26, más tarde –una vez más– fue edificio Banco de Bogotá y ahora lo es de la Corporación Financiera Colombiana.


Una de las sedes del banco de Bogotá, este edificio
 es ícono del conjunto del Centro Internacional

Tiene  un pasaje de acceso a escaleras eléctricas que comunica dos vías de forma diagonal, pero que por los problemas de incultura e inseguridad social es poco utilizado o está cerrado. Sería fácil dormitorio de gentes sin techo o escenario de atracos.

La revista Axxis informó recientemente de la remodelación por parte del arquitecto Miguel Soto, de una casa diseñada por Bruno Violi  hace más de cincuenta años y que perteneció a la familia de Lanzetta, situada en un conjunto cerrado en el norte de Bogotá,
 
“La propietaria del lote, su cliente, quería hacer cuatro casas para dejarles a cada uno de sus hijos. Ella era la madre del entonces socio del italiano, el también arquitecto Pablo Lanzetta, quien se encargó de la construcción. La sociedad entre Violi –por ese entonces cerca de cumplir los 50 años– y Lanzetta –quien tendría la mitad– no duró mucho por la diferencia de edades”.

Edificio de apartamentos Las Carabelas

De acuerdo con el mismo artículo, la casa pasó de mano en mano por la familia hasta que uno de los herederos de Pablo Lanzetta se la vendió a los actuales propietarios.  (1)

Para refrescar la memoria sobre éste y otros constructores, nos fue de gran utilidad encontrar en la Biblioteca Nacional una revista, Flash, que se publicaba en los 60 y que recordábamos haber visto muy borrosamente hasta que alguien se quedó con ese tesoro.

Esta publicación, que se identificaba como “revista de los hechos de Latinoamérica. Fogonazo Informativo” y era dirigida por Consuelo de Montejo, publicó en noviembre de 1969 un suplemento sobre urbanismo y arquitectura en Bogotá en el que se refería a obras notables de la época. (3)

Entre ellas aparecen algunas construidas por la firma de Lanzetta.


Casa Sarmiento en La Cabrera

Y ya para terminar, en la década de los 80, la firma de Lanzetta tuvo la interventoría de los centros de convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, de Bogotá, y de Cartagena.

Pablo Lanzetta murió en 1985 y con él despareció su compañía pero no sus trabajos más
importantes, que perduran en la Bogotá actual.
 

NOTAS
(1) Anuario de la Arquitectura en Colombia 1971
(2) Revista Axxis, Iluminando el pasado
(3) Revista Flash. Noviembre de 1969. Volumen 4, No. 37

 
(*)  Especial agradecimiento a su hija Sylvia Lanzetta.

 

 

lunes, 26 de agosto de 2013

¿Por fin revive el centro de Bogotá?


¿Hay algo en lo que el Presidente Juan Manuel Santos, el empresario Luis Carlos Sarmiento y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, puedan estar de acuerdo?

Puede sonar raro que lo haya, sobre todo entre el mandatario y el empresario, por un lado, y el alcalde por otro.




Uno de los carteles pegados en agosto en el centro de Bogotá.
Éste estaba a la entrada del Pasaje Rivas
Por lo menos eso es lo que se deduce de unos carteles que han aparecido en las inmediaciones de la alcaldía capitalina y el palacio de Nariño y que advierten a los propietarios de inmuebles de la zona que “no se dejen engañar”, “el centro no se vende” y cosas parecidas, en alusión al plan de renovación del llamado centro cívico, propósito que impulsan los gobiernos nacional y distrital.

Y es que a comienzos de agosto de este 2013 se promovió una protesta en la plaza de Bolívar, mientras en las paredes de los negocios ubicados en la zona aparecían afiches de rechazo al plan, lo cual curiosamente se facilitó porque la mayoría de los negocios de la carrera 9ª  entre calles 7ª y 10ª son imprentas y tipografías.


Otro cartel. Éste considera el plan como "depredador"

Es conocido el interés del presidente Santos en la renovación urbana de Bogotá y se sabe que hay una entidad, la Empresa Nacional de Renovación y Desarrollo Urbano Virgilio Barco Vargas SAS (EVB), dependiente de la propia Presidencia de la República. Lo que poco se sabe es que el proyecto registra importantes avances y se abre paso silenciosamente.
Plano publicado en la web de la EVB, en el que se
habla con  nombre propio del Proyecto Ministerios

 
Para comenzar, debemos refrescar conceptos, tratados no hace muchos meses en otro artículo de esta página y son los referentes  al centro cívico, que se menciona desde hace más de medio siglo o de plano piloto, nombre como el que se utilzia en Brasilia.
 

En 1948, al presentar un plano piloto elaborado por Gabriel Serrano para organizar las calles céntricas de Bogotá, la revista Proa afirmaba que “un plano piloto es el primer aporte a un estudio urbanístico de una ciudad. El proyecto definitivo es la fijación de un conjunto de ideas e informaciones estadísticas de manera funcional y orgánica”.
 
Añadía que “la cirugía en gran escala es el único medio terapéutico que puede salvar la ciudad”, era la conclusión de la publicación. (1)

Nadie en su sano juicio podría cuestionar la importancia de que el centro de Bogotá se recupere y tenga la categoría que se merece en una ciudad de más de 7 millones de habitantes.  Muchos son los esfuerzos que se han hecho desde hace bastantes años, pero infortunadamente ese trabajo y el ritmo que se había logrado, sufrieron un paro en la actual administración, situación en la que no nos detendremos.

El gobierno creó la EVB por medio del Decreto-Ley No 4184 de 2011 para ese propósito y también para llenar un vacío dentro de la administración pública, relacionado con la gestión profesional de los inmuebles que sirven de sede a las entidades, que poco estaba reglamentada.

“Así como en el sector privado la especialización conduce a que unas empresas se encargan de construir, mantener y administrar los edificios, mientras las usuarias se concentran en su objeto social principal, en el ámbito de la administración pública se observa que las dificultades para renovar, remodelar o remplazar los inmuebles de muchas entidades se traducen en limitaciones para su gestión y mal servicio al ciudadano”, se afirma en la página web de la EVB. (2)

Allí se cita como caso más notorio y de mayores implicaciones el del Centro Administrativo Nacional (CAN), localizado en el occidente de Bogotá.

Este complejo de edificios públicos construido en tiempos del general Rojas Pinilla, que guarda similitud con la zona de despachos estatales de Brasilia, comprende 66 edificaciones, muchas de las cuales cumplieron su ciclo, no han sido actualizadas o no cumplen normas como las de sismo-resistencia.

Pero el tema más actual que debe acometer la EVB es la ampliación del denominado centro cívico, en cercanías al Palacio de Nariño y cuyo límite hacia el occidente es la carrera 10ª, donde se busca revitalizar varias manzanas.

Cabe recordar que en la década de 1950, después de los hechos del 9 de abril, que causaron grandes destrozos en el centro de la ciudad, ya se hablaba de crear un centro cívico e incluso hubo planes para despejar varias manzanas y construir sedes gubernamentales, proyecto que solo se ejecutó en lo referente al palacio de Nariño, a finales de los 80.

En abril pasado, por medio de la Resolución no. 11 de 2013,  se anunció el proyecto denominado Ministerios, que se desarrollará en el centro cívico de Bogotá, en particular en una serie de manzanas próximas a la Casa de Nariño y a la problemática carrera Décima.

En  estas áreas hay inmuebles de valor, otros sin él y unos más casi irrecuperables por sucesivas reformas y deterioro.

Casas de la calle 8a. al occidente de la carrera 9a., cerca del
palacio de Nariño. Estas viviendas al parecer ya fueron compradas


Para llevar adelante la renovación del centro cívico, el gobierno le propuso a la alcaldía cambiar los usos del suelo y modificar el Plan de Ordenamiento Territorial.

El proyecto plantea la necesidad de alojar en el centro a  70 entidades y sus 93.000 empleados. Para ello se necesitan cerca de 50 edificios y un área de 930.000 metros cuadrados.
 
Con todo, estos planes no han sido bien recibidos por moradores del sector, que consideran que sus predios serán comprados a bajos precios, y como decíamos al comienzo, unieron al presidente, a don Luis Carlos Sarmiento y al alcalde Petro.

Áreas del centro bogotano que serían intervenidas para la
construcción de edificios para los ministerios

 

Tenemos entendido que ya hay varios predios comprados y que incluso se expidieron normas para regular la adquisición de terrenos y la liquidación de los valores de la tierra.

Otro objetivo, el CAN

Por otra parte, en mayo pasado hubo una reunión del presidente con el alcalde  Petro, en la que se habló del plan para renovar el CAN, donde se destinaría a vivienda un parea de 395 mil metros cuadrados. (3)

Dicha renovación es precisamente uno de los objetivos para los cuales fue creada la EVB. Se trata, de acuerdo con las normas, de convertirla en un complejo con usos diversos del suelo, que incluyan no solo las oficinas públicas, sino vivienda y todos aquellos edificios y locales complementarios y necesarios para convertirla en una zona amable, densa en altura para liberar espacio público donde prime el verde y la movilidad se surta principalmente de manera peatonal por las cortas distancias de viaje.

El CAN alberga actualmente 18 entidades estatales  en las que trabajan 21.000 empleados, en un área de aproximadamente 50 hectáreas.

El proyecto de la EVB en el CAN contempla más de un millón de m2 de oficinas,   15.000 nuevas viviendas, locales comerciales, colegios y otros aspectos.
 
Allí funcionan los ministerios de Defensa, Minas, Transporte y Educación, que eventualmente se trasladarían al centro bogotano.

La financiación de esta iniciativa corresponde a la Nación, en tanto que la Gobernación de Cundinamarca aporta los terrenos. Entre sus ventajas evidentes sobresalen las vías que rodean la zona y su cercanía con el centro y el aeropuerto.

Se recuerda que ya hace unos 23 años el presidente Barco imprimió gran impulso al desarrollo de una amplia zona ubicada en el occidente de la ciudad, y hasta entonces desaprovechada, y de ese interés quedó lo que hoy es Ciudad salitre, un importante polo de desarrollo. Esto en tierras que legara el millonario José Joaquín Vargas a la Beneficencia de Cundinamarca y que aún está en desarrollo en frente del CAN en la Ciudadela Empresarial Sarmiento Angulo, que ya empieza a florecer.

Por último, la EVB tiene como tercer objetivo en este momento reutilizar los predios de la Base Naval del Caribe, de Cartagena, otra de las obsesiones del Presidente, que no olvida su años de cadete allí.

Santos planteó en junio de 2012 el traslado de la base hacia la vecina isla de Tierrabomba.

Los dos primeros objetivos, renovar el centro y renovar el CAN podrían darle un verdadero espaldarazo a Bogotá y por supuesto al país. En cuanto a la renovación del centro de Bogotá, consideramos que en procesos similares siempre ha habido protestas y cuesta creer que haya sectores que se opongan al renacimiento de la ciudad.

Los enemigos del plan de renovación dieron un primer parte
de victoria en agosto pasado, por medio de este afiche


La iniciativa no necesariamente debe significar despojo o mal negocio para los propietarios. La ciudad tiene que no tiene para dónde crecer y conviene no perder este cuarto de hora.

(1) Revista Proa no. 13 - Junio 1948
(3)  http://www.larepublica.co/economia/el-gobierno-quiere-hacer-15000-viviendas-donde-hoy-est%C3%A1-el-can_11559










 

 













 

viernes, 5 de julio de 2013

Casas expresidenciales

Las casas de las personalidades, incluyendo a los hombres de estado,  siempre han despertado el interés de sus conciudadanos y a través de la historia muchas de ellas se han conservado o en el peor de los casos una placa recuerda que allí nació, vivió o murió alguien digno de ser recordado.

En Colombia no son muchas las casas de grandes hombres –o mujeres– que se conserven, lo cual se explica en parte por factores económicos y en otros casos porque no se conservaron sus moradas.

Con todo, hay elementos para reunir una historia mínima de lo que fueron las casas de los presidentes de la Colombia moderna, historia que aporta algunos elementos para enriquecer el conocimiento -la petite histoire, si se nos permite- de varios de nuestros gobernantes, esa que gusta a muchos comentaristas que refieren como gran descubrimiento a sus amigos datos sobre éste o aquel expresidente.

No es del caso remontarnos tan atrás como al caso del Libertador, de quien se conserva la Quinta de Bolívar que le obsequiaran en Bogotá, en las faldas de Monserrate, o de Santander, cuya casa natal se conserva en Villa del Rosario.

También es preciso diferencias entre las casas natales y las que acogieron a los hombres públicos en sus tiempos de grandeza o preferiblemente ya retirados.

Comenzaremos por Miguel Abadía Méndez, con quien terminó la Hegemonía Conservadora en 1930. La casa del doctor Abadía se mantiene en buen estado. Está ubicada en la esquina suroriental de la carrera 9a con 8a, de Bogotá, a pocas manzanas del actual palacio presidencial.




Casa de Miguel Abadía Méndez. Fue sede del Instituo
Colombiano de Antropología. Mincultura la está restaurando

La edificación de dos plantas, la primera de ellas con locales de comercio, tiene una placa que dice “S. Serna y A. Olea. 1930”. Es la calle siguiente a la de San Pioquinto y tiene en sus puertas los números 158, 160 y 164.

Esta casa se encuentra en proceso de restauración por parte del Ministerio de Cultura. Nos dice con amabilidad uno de los vigilantes que, en sus buenos tiempos, la casa fue como un palacio presidencial alterno, debido a que era considerado superior al antiguo palacio de la carrera, hoy Casa de Nariño.

El presidente siguiente, primero de la República Liberal, fue Enrique Olaya Herrera. Aunque tenemos entendido que Olaya vivió en el centro de la ciudad, la casa que mencionaremos es la de la calle 77 con carrera 12. La recordamos aproximadamente hasta 1975, cuando fue demolida para construir un edificio de apartamentos en ese lugar frente al parque Benito Juárez.
Olaya Herrera encargó el diseño de su casa a Vincenzo Nasi

Se trataba de una curiosa construcción del arquitecto italiano Vincenzo Nasi, que por cierto también fue el autor de la casa de Tierra Grata, propiedad campestre del mismo Olaya, en Fusagasugá. La casa del barrio El Nogal tenía una fachada semicircular, como se aprecia en la imagen tomada del libro de la obra de Nasi publicado por Editorial Escala, y recordaba un barco.

El sucesor en la presidencia, Alfonso López Pumarejo, vivió en un tiempo en una casa en la calle 16 con carrera 9ª,. alquilada a la familia Casabianca, y en otra época en la calle de Florián o carrera 8ª con 12, según refiere su hijo Alfonso López Michelsen en sus memorias.

En sus últimos años, el viejo López residió en dos casas: la primera de ellas de la calle 24 con carrera 5ª, donde funcionó el restaurante El Gran Vatel, incendiada en 1952 en tiempos de Laureano Gómez, el mismo día que quemaron la casa de Carlos Lleras Restrepo –que mencionaremos adelante– y los edificios de El Tiempo y El Espectador.

La casa de López Pumarejo, incendiada en 1952, luego fue sede del restaurante El Gran Vatel y hace dos décadas la demolieron. El terreno fue parqueadero y ahora es parte de los cines Embajador.

 
 
En esta casa empezó a construir un edificio de apartamentos en este 2013. Cuando enviudó y se casó con Olga Dávila, López Pumarejo pasó a vivir a la cada que fuera de don Leo Kopp, el primer esposo de la dama. Esta casa de la calle 17, un verdadero palacete para la Bogotá de entonces, hoy sede de la Logia Masónica de Colombia, fue diseñada por Alberto Manrique Martín.  
Casa de Leo Kopp en la que vivió en sus
últimos años Alfonso López Pumarejo

Eduardo Santos, que sucedió a López Pumarejo, vivió hasta su muerte en la esquina de la calle 67 con carrera 13. En nuestra infancia recordamos la casa tapada de árboles frondosos que le daban  un aspecto misterioso. Se dice que allí terminaba la ruta del tranvía que iba del centro a Chapinero.  La mansión la tumbaron hacia 1975 para edificar el teatro Royal Plaza y la sede de la empresa Nestlé. Allí funciona ahora una sala de fiestas.

En este recuento seguimos con Alberto Lleras Camargo, que gobernó de 1945 a 1946, por la renuncia de López, y volvió a la jefatura del estado, ya elegido, de 1958 a 1962. Investigando un poco encontramos que al menos a su regreso de Washington, donde fue el primer Secretario General de la OEA, Lleras Camargo vivió en una linda casa de la calle 76 con 9ª, lado norte del Gimnasio Moderno, que está en excelentes condiciones aún. Aunque parece ser que la habitó en alquiler.

Alberto Lleras residió en esta casa vecina al Gimnasio Moderno

Años más tarde vivió en Chía, en la quinta Siatá y por último, en la década de 1980, en un apartamento del edificio El Sendero de la 87, obra del arquitecto Pablo Lanzetta.

Mariano Ospina Pérez, presidente entre 1946 y 1950, además era ingeniero y uno de los socios fundadores de Opinas y Compañía, que construyó gran parte de la Bogotá de los 50 y 60, incluyendo barrios como La Merced, Palermo, El Chicó. La casa de Ospina está situada en el Park Way del barrio La Soledad.

Casa de Ospina Pérez hasta su fallecimiento en 1976


Sigue en la lista Laureano Gómez. Su casa también fue diseñada por Nasi, pero hay quienes sostienen que por encargo de su cuñado Daniel Mazuera Villegas. Esta vivienda de la calle 37 con 15, en el sector de La Magdalena, y de fachada algo pesada, a nuestro juicio, se mantiene en buenas condiciones. Sirvió durante años de sede del restaurante La Reserve, de Claude Lemaire, y ahora lo es de Colfuturo.   
Laureano Gómez fue otro cliente de Nasi

Algo simpático o cruel, según se mire, es que quien depuso del poder a Laureano Gómez –o a su presidente encargado, Roberto Urdaneta Arbeláez–, vivía pasando la calle.

El general Gustavo Rojas Pinilla y Laureano eran vecinos. Y la casa del militar de origen boyacense está allí y es residencia de su hija María Eugenia. De esta residencia, que utiliza como rejas unas terribles cortinas metálicas, acaso como medida de seguridad ante el riesgo de disturbios en épocas pasadas, se dice que es obra de Bruno Violi y perteneció originalmente a la familia Esquenzai, de origen sefardí.
Casa de Rojas Pinilla en la carrera 15 con 37

De Guillermo León Valencia se dice que además de la majestuosa Casa Valencia de Popayán, que fuera de su padre, el maestro, tuvo en Bogotá una casa en el barrio Santa Ana, construida por los años 50 del siglo pasado, y que se encuentra en buenas condiciones.

Capítulo especial en este esbozo lo constituye la casa de Carlos Lleras Restrepo. Por la categoría del personaje, de la casa, por todo lo que encierra de historia y por la destinación que hoy se ha dado al chalet de la autoría del arquitecto Otto Marmorek.

Carlos Lleras, que fue un destacado abogado de empresas antes de aspirar a la presidencia en 1966,  encargó su construcción luego de haber adquirido el terreno en la calle 70 A con carrera séptima, con el fruto de su trabajo de asesor jurídico. Su hijo Carlos afirma que el estadista no pudo comprar un sitio más costoso como le sugerían sus amigos.

La casa tenía como atractivo principal la mansarda que cubría el mismo tamaño de la planta y la formidable biblioteca del jurista y hacendista público. Pero toda esta riqueza fue consumida en el incendio criminal del 6 de septiembre de 1952, cuando la familia Lleras de la Fuente debió pedir protección diplomática y salir rumbo a México y Estados Unidos.
La casa que Otto Marmorek hizo para Carlos Lleras Restrepo

No vienen al caso los episodios vergonzosos de la política colombiana de entonces. El hecho es que Lleras Restrepo y su familia perdieron su hogar y sus pertenencias, sobre todo la rica biblioteca de este colombiano singular. Pero la casa fue reconstruida y volvió a tener el brillo de siempre, con los estantes de madera clara de la biblioteca construida por el artesano Sokoloff.

Esa mansión que evoca capitales del este europeo conserva hasta hoy en manos de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

En ese período y en los años 40 ocupó la presidencia Darío Echandía, quien vivió durante varias décadas en la calle 39 con 15, en una casa que se conserva y que fue construida por la firma Child, Dávila y Luzardo. El inmueble estuvo a la venta en 2012, luego de servir de restaurante popular y tienda de fotocopias. Lamentablemente, los anaqueles de la biblioteca se relegaron a estos oficios mercantiles luego de la muerte del político tolimense.

Casa Echandía, obra de Child, Dávila y Luzardo
Recordamos la casa de Misael Pastrana Borrero en la calle 92 con 4ª, en el Chicó Oriental y donde aún vive su viuda.

De Alfonso López Michelsen, de quien podría esperarse tener una casa gran casa europea, dada su personalidad y su vida en Londres y Bruselas, se recuerda el penthouse del edificio Antares, ubicado a un lado de la plaza de toros. De allí salió López a posesionarse en 1974 como presidente. Pero sus años de expresidente los pasó en otro penthouse, el de la carrera 8ª con 88, cerca de la quebrada El Virrey.
El penthouse de López Michelsen. Allí murió en 2007 


Irónicamente López pasó sus últimos años en La Cabrera, el barrio de esa aberrante oligarquía que describe -fustiga, más bien- en las páginas de su novela Los Elegidos.

Termina el recuento con Julio César Turbay Ayala, quien tuvo desde la década de 1960 una amplia casa de dos pisos en la calle 90 con carrera 19, barrio El Chicó, donde hoy existen los edificios de vidrio conocidos  como Blue Tower; Belisario Betancur, que tuvo una casa de tres pisos aún en pie en la Circunvalar con 88; y Virgilio Barco, cuya casa en la calle 85 con 9ª fue demolida para dar paso a un edificio de apartamentos, como ocurrió con casi todo el vecindario, en el que vivían personalidades como el maestro Ignacio Gómez Jaramillo.
Último lugar de residencia de Virgilio
Barco. En La Cabrera (calle 86 con 8a.)

No nos extendemos en los presidentes subsiguientes, todos ellos residentes en edificios  recientes del barrio Rosales, en apartamentos sin prosapia alguna.  

 

 
 







 
















 










 








martes, 7 de mayo de 2013

Urbanidad y urbanistas (5). Tras las huellas de Trujillo Gómez y Martínez Cárdenas

Esta firma bogotana de arquitectura y construcción, quizá poco conocida entre las generaciones recientes de interesados por los temas urbanos,  fue fundada en 1933 por Santiago Trujillo Gómez e Ignacio Martínez Cárdenas, amigos de infancia.

Publicidad de la firma en la revista Proa en los 50

 
La compañía es autora de obras tan importantes como los edificios Cabal (av. Jiménez con 6ª., plazoleta del Rosario), Gómez Dávila y del Banco de Colombia (cra 8ª. con calle 13, hoy Bancolombia), parte de la Escuela Militar de Cadetes y el colegio San Bartolomé La Merced, situado en la que fuera hacienda de los jesuitas y hoy vecino del Parque Nacional.
 


También son obras suyas la casona inglesa de la residencia de la Embajada de Rusia en el barrio Rosales, y Residencias El Nogal (cra 7ª. con 76), tal vez el primer edificio de apartamentos de gran formato que tuvo la ciudad y que aún hoy presta servicio y ha sido signo de distinción, además de morada de personalidades como Eduardo Caballero Calderón y otros ilustres habitantes de la capital.

Colegio San Bartolomé La Merced
(Foto tomada del portal bartolino)

 Sin embargo, quizá las dos obras de mayor significación de la empresa, a nuestro juicio,  fueron  el edificio de la Compañía Colombiana de Seguros (Colseguros) de la carrera 7ª. con calle 17, que fue el primero de la ciudad en tener una escalera eléctrica (hoy desaparecida); y la que es sin  duda su obra más importante, el Banco de Bogotá de la carrera Décima con 15, diseñado por la firma neoyorquina Skidmore, Owings y Merril.


Edificio Colombiana de Seguros en la carrera 7
 con 17. Lo sustituyó en 1973 otro dos cuadras al oeste


 
Ignacio Martínez Cárdenas (1902-1960), se graduó de ingeniero y arquitecto de la Universidad Nacional. Fue el primer decano de la facultad de Arquitectura de la Universidad Javeriana (1951-53) y miembro fundador de la Sociedad Colombiana de Arquitectos.

Antiguo Banco de Bogotá, en la Décima con 15,
hoy sede de juzgados en deplorable estado


Entretanto Santiago Trujillo Gómez, apodado “El Cojo”, que murió en Bogotá en 1969, fue ministro de Agricultura y de Obras Públicas, y alcalde de Bogotá de 1949 a 1952, en el final del gobierno de Ospina Pérez y los años que duraron Laureano Gómez  y Urdaneta Arbeláez. Se dice –no lo hemos podido constatar– que un velódromo de la capital fue bautizado con  su nombre.
 
Invitaciones al sepelio de Trujillo Gómez,
publicadas en el diario El Tiempo
 
En 1949, cuando Trujillo fue nombrado alcalde, entraron a la sociedad José María y Hernando Martínez Cárdenas, hermanos de Ignacio.

 
En este período la empresa construyó obras como la actual residencia del Embajador de Francia; y las casas de Philippe Duchamp, los hermanos David y Ernesto Puyana, y los hermanos Oliverio y  Luis Lara Borrero.
 

La razón social fundada por Trujillo Gómez y Martínez también intervino en el Hospital Militar de Bogotá, en 1953, al lado de Julio Santander, de quien nos ocuparemos otro día.

 
Hoy en día una bonita casa de la avenida Caracas con 39, donde funciona una escuela de idiomas, todavía exhibe la placa de Trujillo Gómez y Martínez Cárdenas.

Casa Camacho Gutiérrez, demolida a comienzos de los 90

También en la década de 1990 desapareció la casa Camacho Gutiérrez, reemplazada por un edificio de apartamentos en la carrera 11 con 75. Esa casa de estilo mediterráneo, que "miraba" hacia la iglesia del Monasterio de la Visitación, en el área del Gimnasio Moderno, sirvió antes de ser reducida a polvo como sede de la Universidad de Los Libertadores.

Las fotografías muestran el estado de algunas de las obras de Trujillo Gómez y Martínez Cárdenas que aun existen. Aunque seguramente los transeúntes de las nuevas generaciones no sabrán todo la historia detrás de ellas.