En el siglo XX, los bancos y diversas entidades estatales de servicios al público se caracterizaron por sus oficinas de atención de doble altura, amplias e iluminadas en parte de forma natural, lo cual favorecía las labores y transacciones que se realizaban en el interior.
Podría decirse que en aquellos bancos, bolsas de valores o agencias municipales de trámites, de alguna manera el exterior reflejaba el interior, donde se llevaban a cabo las operaciones.
Estas condiciones eran especialmente importantes si se tienen en cuenta la limitada iluminación eléctrica en los primeros años del siglo pasado, en una época la que aún no existía la transparencia de las grandes superficies de cristal predominantes unas décadas más tarde.
El edificio Pero A. López, luego Banco de la República, Federación
Nacional de Cafeteros y ahora Ministerio de Agricultura, en estado de deterioro
Sin tener que remontarnos siglos atrás a las lonjas de comercio, los historiadores afirman que uno de los desafíos del arquitecto George Post al diseñar el conocido edificio de la Bolsa de Nueva York, es decir, el templo de Wall Street, fue contar “con más luz para los comerciantes".
Y "satisfizo este requisito construyendo una pared de ventanas, de 96 pies de ancho y 50 pies de alto, detrás de las columnas del pórtico". (1)
Inicialmente Caja de Crédito Agrario, obra de Cuellar
Serrano Gómez (1948) y hoy Banco Agrario
En las principales ciudades de Colombia se construyeron en las décadas de los años 60 y 70 ejemplos notables de sedes bancarias y municipales. Bogota, Medellin, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena, además de otras ciudades intermedias, se beneficiaron del amoblamiento arquitectónico de los bancos de Bogotá, de Colombia, Comercial Antioqueño, Cafetero, Popular, Industrial Colombiano, Central Hipotecario y de Occidente, entre otros, caracterizados por la tipología de edificios torre-plataforma, con zócalo de comercio que incluía una gran sede bancaria.
Aunque las sedes de grandes ventanales ya se conocían desde los años 40, o incluso antes, se generalizaron dos o tres décadas más tarde.
Los bancos concentrados en la antigua zona financiera del centro bogotano así lo refrendan.
El Banco de la República, del español Alfredo Rodríguez
Orgaz, otrora símbolo de la autoridad de la banca central
La Caja Agraria, el Citibank y el Francés e Italiano, en las orillas de la avenida Jimenez (hoy Eje Ambiental) son buenos ejemplos. Por cierto, con alusiones a las sedes bancarias de Manhattan o la zona financiera de Chicago.
Detrás de los ventanales, que filtraban la luz del sol, el público cobraba cheques, depositaba dinero, retiraba chequeras o hacía otras gestiones.
Ahora las cosas son distintas. Johana Andreína Ponte Pérez, en la bellísima tesis con la que obtuvo el máster en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València, se refiere a la evolución en el diseño de la arquitectura bancaria:
Del espacio blindado y neutro al diáfano y cromático. (2)
“En las entidades bancarias de hoy en día, continúan existiendo espacios más privados igual que las tradicionales, pero no con una imagen tan hermética, cerrada, ni con restricciones visuales sino más bien configurándose espacios más permeables y diáfanos”, señala.
Y como si fuera poco, el silencio y la privacidad de la sucursal bancaria están siendo reemplazados por las transacciones electrónicas, que no obligan a salir de casa o pueden efectuarse desde un simple dispositivo de bolsillo.
Notas
1. https://www.thoughtco.com/architecture-new-york-stock-exchange-178498
consultado el 18 de marzo de 2024
Consultado el 20 de abril de 2024