jueves, 14 de julio de 2011

La Favorita y otras viejas glorias urbanas




El barrio La Favorita fue uno de los sectores construidos en los años 30 del siglo pasado dentro de los planes de ensanche de Bogotá, que entonces se reducía al centro histórico y unos pocos sectores más.

Favorecido por la proximidad de la Estación de la Sabana, la entonces imponente Avenida de Colón –hoy la desfigurada y cercenada calle 13– y edificios de gran calidad arquitectónica y sentido social como el Instituto Técnico Central La Salle, el barrio se desarrolló, y fue asiento de familias honorables, próximo a ejes de industria y comercio.

Cerca de allí se erigía desde años antes la iglesia de Sans Facon, obra de Gastón Lelarge, rica en detalles góticos y entonces aislada por potreros.



Pocos saben que allí desde los años 20, en lo que luego sería La Favorita, existió una capilla modesta, con algo de gótico, llamada La Sagrada Familia.

Años más tarde, después de los hechos del 9 de abril de 1948, monseñor Emilio de Brigard Ortiz, “el Doctorcito”, puso la primera piedra de la Iglesia de la Sagrada Pasión, que la curia bogotana encargó a religiosos pasionistas llegados de Roma veinte años antes y que antes de terminarse la capilla pasaron muchas incomodidades.

La iglesia fue diseñada por el arquitecto Guerra Galindo. Su construcción tardó varios años. El templo mide 63 metros de largo por 21 de ancho.

Hoy casi en ruinas y situado en uno de los sectores más tenebrosos de Bogotá, es sin duda uno de los mejor concebidos de la ciudad del siglo XX, a tal punto que llama la atención cuando se divisa a lo lejos su fábrica y se descubren su fachada y su cúpula que tiene algo de románico bizantino.

Actualmente el templo solo abre para misa y cierra enseguida, obviamente por razones de seguridad.

Al parecer La Sagrada Pasión y sus alrededores figuran en un plan de renovación de la localidad de Los Mártires, que plantea la construcción de un paseo peatonal que reviva la zona, a la que algunos llaman “Cinco huecos”.



Ese sector incluye otros sitios dignos de conservar como el propio Instituto la Salle y casas de gran valor como las del bellísimo pasaje Gómez, que aún está en buen estado, o la que queda al lado de una empresa harinera, frente a la iglesia diseñada al mejor estilo de las obras de Alberto Manrique Martín.

 


Sin embargo la postración de las manzanas cercanas, sector de negocios de chatarra y refugio de indigentes, impiden disfrutar de estas riquezas de la ciudad, que claman por un doliente o un mecenas que respalde su rescate.


No hay comentarios:

Publicar un comentario